The Unending Gift

martes, julio 07, 2015

TSIPRAS SACRIFICA A VARUFAKIS PARA CONGRACIARSE CON EUROPA

Por HERMANN TERTSCH
 Enviado Especial a Atenas
 ABC Martes, 07.07.15


Grecia desafía a Europa La política interna

Al júbilo del resultado del referéndum le sigue la angustia por el incierto futuro de las negociaciones

Apoyo de la oposición a la negociación Los líderes de los principales partidos apoyaron a Tsipras en las negociaciones con los acreedores, pero de poco servirá si Atenas no presenta un plan creíble

Tras la fiesta, la pesadumbre Ayer las colas seguían ante los cajeros que todavía tienen dinero. Y los bancos amanecieron cerrados. Y se supo que lo estarían al menos hasta el miércoles

¡Qué distinto el lunes de la noche del domingo! ¡Cuánta preocupación y pesadumbre solo horas después de la fiesta desbordante por el centro de la capital griega! La eficacísima limpieza de madrugada de las calles del centro hizo desaparecer todos los vestigios del arrollador entusiasmo nacionalista que espontáneamente surgió al confirmarse que lo que anunciaban como una pugna muy igualada iba a ser una abrumadora victoria del «no» en el referéndum.

                                                                                                  AFP
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, se dirige a la sede del palacio presidencial de Atenas

El lunes trajo consigo un afán mucho más apesadumbrado. Porque el drama de Grecia solo había sido olvidado durante unas horas de alegría. Y las colas seguían ayer ante los cajeros que todavía tienen dinero. Y los bancos amanecieron cerrados. Y se supo que lo estarían al menos hasta el miércoles, cuando les habían dicho que el primer ministro, Alexis Tsipras, iría ya el lunes a Bruselas y que el acuerdo estaba prácticamente impreso para firmar. A falta de cuestiones menores. Y después todo se solucionaría a lo largo de la semana si un número suficiente de griegos tenían el coraje y el patriotismo de decir que «no», que rechazaban las imposiciones del Eurogrupo porque la orgullosa nación griega va a dar una lección de democracia a todo el resto de Europa. Fueron muchos más que los suficientes, fueron más del 61% de los votantes los que dieron ese apoyo a Tsipras. Para que hubiera esa solución urgente. Ayer no se produjo.

Controvertido y provocador
De momento no viajó el primer ministro ni nadie a Bruselas, porque no estaban invitados. Cierto que ya por la mañana se produjo un gesto que revelaba intentos de Atenas de recomponer algo su imagen en el exterior. El Gobierno anunció que dimitía el ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, el controvertido y popular provocador que ya era imposible de mantener en el gabinete porque nadie en Europa se iba a sentar a su mesa.
Era ya un indeseable para el Eurogrupo antes de llamar terroristas a los interlocutores en víspera de la consulta. Le sustituye en el cargo otro economista marxista, más ortodoxo en su izquierdismo, aunque sea doctor por Oxford y de una familia rica. Euclides Tsakalotos es un académico anticapitalista que cree en la movilización de las fuerzas comunistas de toda Europa para acabar con la Unión Europea tal como la conocemos. Y que no será menos duro que Varufakis. En realidad ha sido ya desde abril el que ha llevado las riendas de las negociaciones con el Eurogrupo. Desde que la personalidad del ministro hizo imposible algunos tratos personales.
El nuevo ministro es un radical ideológicamente, pero con buenas maneras «oxfordianas». Pero que nadie piense que cambia la dirección. Fue Tsakalotos quien decidió la espantada de las negociaciones. Aunque hay quienes dicen en Atenas que él fue contrario a la convocatoria del referéndum que, según apuntan, era idea de Varufakis. Ayer Tsakalotos se presentó como un firme soldado de la causa de la izquierda griega y europea. De la nueva izquierda que tiene la misión de superar esta organización política defensora del capitalismo que gobierna la Europa libre desde el final de la II Guerra Mundial.

La noche del desquite
La noche había sido como un gran sueño para millones de griegos. La noche del desquite. Era la tan deseada bofetada, contundente y sonada, del pueblo griego a los acreedores, a los despreciados organismos internacionales, a las malditas instituciones europeas, a la odiada canciller Angela Merkel. Y se triunfó. Y bailó y cantó y se abrazaron desconocidos en la plaza Syntagma y muchos lloraron pensando en sus humillaciones y los agravios que han sentido, reales por sentidos, causados por la precariedad, la necesidad y la pobreza rampante.
Los griegos no creen merecer lo que les ha pasado y la inmensa mayoría creen o quieren creer que los culpables de su tragedia están lejos de Grecia. Que sus propios pecados son todos veniales ante los castigos brutales que han traído estos pasados cinco años. Por eso creían de justicia decirles a los acreedores que no. Aunque no supieran a qué decían «no», porque la pregunta era incomprensible. Les bastaba saber que los acreedores querían otra respuesta. Y dijeron «no». Como le dijo «no» a Benito Mussolini en 1940, cuando exigió la entrega de la soberanía griega a sus tropas, el 28 de octubre. Oxi, No. Y hubo guerra y terrible ocupación y la llegada de los alemanes. El Gobierno de Alexis
Tsipras logró presentar ese referéndum sin garantías que había convocado una semana antes con una pregunta incomprensible como una respuesta de solemne proclamación de dignidad nacional, como una reedición del día del Oxi, del No.
Pero Tsipras y su Gobierno de extrema izquierda lograron algo más difícil aún, que era convencer a los griegos de que nada les pasaría. Pese a todas las advertencias que en sentido contrario pudieron escuchar. Esa sensación de que nada iba a pasar se conservó mientras la expectativa del voto mantenía viva toda la rabia, mientras estaba pendiente la manifestación de la ira y la hostilidad hacia los acreedores que no solo ponen condiciones y exigen el pago de la deuda, sino que hacen sentirse mal a todo el pueblo.

Salida del euro
Todas las noticias que ayer llegaban de fuera eran poco menos que tenebrosas. Ninguna hablaba de acuerdo inmediato ni de la inminente apertura de los bancos. Y cada vez llegaban más que hablaban de cómo cogía fuerza en todo el resto de Europa la posibilidad real de que nos encontremos en la víspera de que Grecia salga de la zona euro. O que al menos introduzca una moneda paralela para poder comenzar a realizar pagos ante la insolvencia y probablemente el colapso de algunos bancos. De momento, lo que se sabía era que Angela Merkel y François Hollande habían exigido responsabilidad, aunque dejaban abierta la puerta para negociaciones. E invitaban a Tsipras a que presentara sus propuestas concretas. Pero a nadie se le ocultaba en Atenas que no hay disposición de regalar nada al Gobierno griego.

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