NI UN SOLO GRIEGO SABE EN QUÉ CONSISTE LA PREGUNTA DE LA CONSULTA
Por HERMANN TERTSCHEnviado Especial a Atenas
ABC Sábado, 04.07.15
El desafío populista en Grecia La improvisación
Se acumulan las irregularidades, dudas y ambigüedades de una
convocatoria decisiva para el futuro de Europa
Irresponsabilidad Con este referéndum, Tsipras pretende
cargar sobre la sociedad griega la responsabilidad del Gobierno por llevar el
país al impago y la quiebra
El azar y el desconocimiento Los griegos saben que
es gravísimo lo que sucede, pero no saben a ciencia cierta ni qué deciden ni
qué opción se esconde detrás del «sí» o el «no»
El Tribunal Supremo de Grecia decidió ayer que es legal el
referéndum que convocó el primer ministro, Alexis Tsipras, la pasada semana
para intentar huir de la presión de sus acreedores y socios en la zona euro.
Quedan así sin efecto todas las dudas y reservas legales que habían aducido
diversas asociaciones y personalidades jurídicas. Que habían cuestionado su
constitucionalidad tanto por su forma de ser convocado como por el carácter de
la pregunta.
Cartel que pide el «sí» en el referéndum sobre el que han
pintado un «no»
El referéndum se llevará a cabo para decidir si el pueblo
griego acepta una propuesta presentada por la troika el pasado 25 de junio. Lo
que no todos saben es que esa propuesta que le piden al pueblo rechazar o
aceptar, de hecho, ya no existe. Porque quedó sin efecto en el momento en el
que, con el fin del mes de junio, concluía el plazo del plan de ayuda que no se
prolongó. Y que llevó al impago al FMI por parte del Estado griego. Con lo cual
Grecia quedó en quiebra y legalmente la oferta sometida al referéndum dejó de
existir. Eso al Gobierno de Tsipras le ha dado igual. La pregunta, sobre la que
muchos tienen también enormes dudas que han pasado a ser irrelevantes después
del auto del Supremo, reza así:
«¿Debe aceptarse la propuesta de acuerdo que fue sometida
por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario
Internacional (FMI) en la reunión del Eurogrupo del 25 de junio de 2015
incluyendo las dos partes que constituyen la propuesta unificada?» Como es
fácil de entender ante una pregunta así, el votante griego no tiene la menor
idea de cuáles son los aspectos concretos que contemplan las propuestas. Por lo
que en el fondo también importa poco que, como es el caso, la oferta ni
siquiera esté vigente.
Escasa imaginación
Se trata en realidad de una pregunta poco imaginativa y
elaborada, con la intención de escenificar el enfrentamiento entre las fuerzas
partidarias del Gobierno y las que ya desde la oposición pretenden acabar con
el enfrentamiento permanente con países e instituciones acreedoras. Y con la
pretensión de cargar sobre la sociedad griega toda la responsabilidad que tiene
el gobierno Tsipras por haber llevado al país directamente al impago y a la
quiebra.
Y también por haber generado en el resto de la Eurozona una
inusitada presión en favor de acabar con la pesadilla de la forma más
expeditiva posible que es la expulsión de Grecia del euro, una posibilidad que
legalmente no contempla la legislación de la UE.
Con la citada pregunta, los griegos han tenido una semana
para torturarse en busca de una respuesta que dictará casi en exclusiva su
posición respecto al gobierno de Tsipras. Porque los griegos no saben qué sucederá
tanto si gana el «sí» como si gana el «no». Desde la oposición y desde Europa
se advierte de que el «no» pone a Grecia muy cerca de la salida del euro.
Tsipras y su ministro de Hacienda, Yanis Varufakis, desmienten esto con
vehemencia. Dicen que en ningún caso se contempla la salida del euro y que esta
no se producirá porque el coste sería altísimo y nadie en Europa se atreverá a
ello.
Lo imprevisible
Hasta ahora ha sido cierto. Pero nada garantiza que siga
siendo así. Y son muchos los griegos pero sobre todo responsables europeos que
no están ni mucho menos seguros de que al final la situación sea tal que suceda
lo que nadie quería que sucediera. Como el día 1 de julio sucedió lo que todos
habían intentado evitar a su manera. Dice el Gobierno griego que con el «sí»,
Grecia quedará postrada ante la voluntad de imposición y chantaje de los
organismos europeos a los que ha calificado con los peores epítetos. Y que con
el «no», por el contrario, el Gobierno conseguirá de inmediato, el mismo lunes,
dicen, un acuerdo ventajoso, realista y sostenible para salir de la crisis. Ni
los más entusiastas de la coalición radical de ultraizquierda y ultraderecha se
acaban de creer eso.
Falta de experiencia
Lo cierto es que Grecia, que no tiene experiencia en
generaciones en este tipo de consultas, la ha de improvisar en unos momentos de
enormes dificultades logísticas por la falta de dinero en efectivo y solvencia
general de las administraciones y organismos gubernativos responsables.
Los prefectos regionales se las ven y desean para organizar
esta votación de urgencia que se inventó Tsipras cuando saltó por los aires la
reunión del Eurogrupo del pasado viernes. El último referéndum que se celebró
en Grecia fue para la abolición de la monarquía e instauración de la república
tras la caída del régimen golpista de los coroneles. Eso fue en 1974. Ahora, 41
años después, el referéndum no es para cambiar la forma de Estado sino para
algo probablemente mucho más grave aun. Los griegos saben que es gravísimo lo
que sucede. Pero no saben a ciencia cierta ni qué deciden ni cuál opción se
esconde detrás del «sí» y el «no».
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