EL «NO» A LAS EXIGENCIAS DE LA TROIKA GANA EL REFERÉNDUM CON ROTUNDIDAD
Por HERMANN TERTSCHEnviado Especial a Atenas
ABC Lunes, 06.07.15
GRECIA DESAFÍA A LA UNIÓN EUROPEA
Grecia entra en terreno muy peligroso, en el que ya se
plantea su salida del euro con las graves repercusiones que ello tendría para
toda la zona
Samarás
presenta su dimisión El jefe de la oposición y líder del centro-derecha,
Antonis Samarás, presentó ayer su dimisión, ante el camino hacia el abismo
tomado por Grecia
El primer
ministro griego, Alexis Tsipras, ganó ayer espectacularmente la jugada que
inició hace diez días al convocar el referéndum sobre las negociaciones con el
Eurogrupo. Con una respuesta masiva y contundente de más del 60% de los votos a
la confusa pregunta de la consulta, los griegos se pusieron ayer detrás de
Tsipras y mostraron su rechazo a la posición de los acreedores. Europa entra
así de forma dramática en un terreno ignoto en el que se plantea ya de forma
directa la posible salida de Grecia del euro con las graves repercusiones que
esto puede tener para toda la zona como precedente. De no llegarse en los
próximos días a un acuerdo que se antoja muy problemático, la economía griega
amenaza con un colapso inmediato después de una semana ya con los bancos
cerrados y sin liquidez. Hoy se esperan los primeros contactos con las autoridades
europeas en los que el Gobierno de Tsipras quiere conseguir créditos de
urgencia para poder abrir el martes o miércoles los bancos. La canciller Angela
Merkel se reunirá con el presidente francés, François Hollande, en París para
decidir los pasos a dar. En Alemania son muy numerosas y cada vez más
influyentes la fuerzas que consideran que el voto del «no» debe ser la
despedida del euro para una Grecia gobernada por fuerzas contrarias a la UE.
Ayer ya se especulaba con que, de no darse muy pronto un acuerdo, las
autoridades griegas tendrán que introducir una moneda paralela.
REUTERS
Esos inquietantes
augurios no enturbiaban el entusiasmo por la victoria de ayer de decenas de
miles de seguidores de Syriza que salieron a celebrar su triunfo. Los próximos
días serán dramáticos porque toda la población griega va a vivir
angustiosamente pendiente de las decisiones políticas de las que dependerán su
acceso a dinero, a medicamentos o viajes urgentes.
Se abre una nueva
etapa en la política griega. Y la prueba más evidente fue la dimisión
presentada ayer por el líder del centro-derecha y jefe de la oposición, Antonis
Samarás, ante una situación en la que Grecia parece caminar hacia el abismo.
El populismo en auge
en toda Europa registró ayer su victoria más aplastante desde que ha surgido
para desafiar al orden democrático vigente en la Europa libre desde el final de
la II Guerra Mundial. El triunfo de un partido comunista como Syriza en enero,
por primera vez en la Europa democrática, fue ya un acontecimiento que alarmó a
muchos. Ayer, su apabullante victoria en su pulso con todos los demás gobiernos
e instituciones europeas supone una situación política radicalmente nueva.
Un «frente nacional»
Anoche, Tsipras pedía
la formación de un «frente nacional fuerte» para negociar con los acreedores.
Varufakis se proclamó feliz de la gran demostración de los griegos de que no
aceptaban el ultimátum de Europa y que con este voto quieren acudir a Bruselas
a negociar un acuerdo «sostenible». Otros dirigentes de Syriza eran menos conciliadores
y comparecían para exigir las ayudas necesarias para abrir los bancos. Y
tachaban de chantaje inadmisible la posibilidad de que estas medidas no fueran
adoptadas de inmediato por las instituciones, autoridades monetarias y el resto
de los países de la eurozona. Los dirigentes de Syriza se erigían ayer en
portavoces de todos los que han comenzado ya su avance para poner fin a «la
Europa de los chantajes e imposiciones». También se oían por parte de algunos
ministros frases conciliadoras que pedían un comienzo nuevo para negociar. Y es
de esperar que hoy Tsipras anuncie una aproximación muy distinta a Europa que
la agresividad masiva e hiriente que desplegaron la semana pasada.
La victoria del «no»
fue mucho más amplia de lo que ningún sondeo o político pudo vaticinar. Es un
resultado que Syriza puede legítimamente presentar como un gran éxito y
fortalecimiento de su posición política dentro de Grecia. Es evidente que
Tsipras logró en una semana convencer a los griegos de que tenían la ocasión de
mostrar toda su cólera acumulada y su orgullo herido, su hostilidad a los
acreedores y su odio hacia una Alemania a la que consideran culpable de la
mayoría de sus males.
«Voto con el corazón»
Pero que además
podían hacerlo sin que esta muestra de indignación y de «voto orgulloso con el
corazón» tuviera la menor consecuencia salvo el fortalecimiento de su propia
posición negociadora. Tsipras, sus comunistas de Syriza y el nacionalismo
ultraderechista, los partidarios del «no», han logrado presentar el referéndum
como un acto de orgullo nacional, de proclamación de la dignidad griega, sin
coste alguno. Sin consecuencias. Porque, según han insistido todos estos días
Tsipras y Varufakis, ellos llegarán a un acuerdo inmediato con los acreedores
nada más tener en la mano la victoria del «no».
Que este resultado no
tenga coste alguno es lo que se pone muy en duda en el exterior. Entre las
autoridades de la UE y líderes de la eurozona se daba por cierto que un «no»
pone a Grecia con un pie fuera de la zona euro. No parece muy probable que den
muchas facilidades en los próximos días a Tsipras unas autoridades europeas que
han llegado a ser calificadas como «terroristas» por el Gobierno griego. El
primer ministro ultraizquierdista ha perdido con su operación del referéndum la
credibilidad y el respeto en la zona euro. Eso es lo que han intentado destacar
y exponer a la sociedad griega los partidarios del «sí».
Paradójicamente, este resultado también reafirma
a los cada vez más numerosos partidarios europeos de que Grecia abandone el
euro. El alineamiento masivo de los griegos con su Gobierno de extrema
izquierda fortalece a quienes consideran que es inútil intentar imponer
fórmulas de reforma económicas a unas autoridades que han elegido otro régimen.
Y que creen que Grecia es un cuerpo cada vez más extraño en la UE y no respeta
sus compromisos, valores y principios de la comunidad de derecho que es.
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