The Unending Gift

viernes, agosto 28, 2015

A VUELTAS CON LA ISLAMOFOBIA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Martes, 25.08.15


Incapaces de tomar decisiones eficaces, solo hay peleas paralizantes en la UE

LA islamofobia es el odio a todo lo musulmán por su relación con la religión o la cultura del islam. Como todo odio a una religión y prejuicio contra seres humanos inocentes por ser creyentes o miembros de una cultura, la islamofobia, nadie lo duda, es una aberración, un fenómeno absurdo, injusto y esencialmente malvado. Al margen de las opiniones sobre el islam como religión o cultura. Nadie lo discute salvo quienes la padecen. Dicho eso, resulta grotesco que cada vez que se produce un intento de atentado o una consumada salvajada por parte del islamismo, nos mortifiquen a los occidentales con la letanía de la islamofobia. Como si fuera la más grave amenaza sobre nuestras cabezas. La islamofobia, de momento, no mata. En Europa, desde el asedio de Viena en 1683. Por el contrario son muchos miles los muertos adjudicables a la cristianofobia, a la judeofobia o simplemente a la fobia al mundo occidental y a la civilización. Aquí siempre matan los mismos. Nunca son islamófobos, siempre islamistas. La islamofobia solo ruge en el seno del islam donde sus corrientes y sectas se matan con tanta crueldad y entusiasmo como en el medievo. Europa ha acogido a muchos millones de musulmanes que han encontrado aquí el bienestar, la seguridad y la esperanza. Han logrado en Europa un profundo respeto a su dignidad como personas y como comunidades. Todo lo que se les negaba en sus países de origen que bajo el dominio cultural y religioso del islam son, con muy pocas y cuestionadas excepciones, unas sociedades subdesarrolladas y estados fracasados y despóticos.
No se han topado con islamofobia, sino con una inmensa generosidad que, nadie lo dude, solo son capaces de ofrecer las sociedades de raíces culturales en la religión cristiana. Como de hecho sucede ahora otra vez con esta crisis de unos refugiados que, nadie olvide, proceden en su inmensa mayoría de países musulmanes, ya africanos ya de Oriente Medio o Asia. Muchos no son conscientes de las dimensiones que han adoptado estos acontecimientos. En muchos lugares del norte de Europa se producen de un día al otro cambios colosales en la estructura de población. Pueblos de unos centenares de habitantes y sin extranjeros amanecen con un 20 por ciento de población de hombres jóvenes africanos deambulando por calles y plazas. Otros con la plaza alfombrada con sirios y libios orando de cara a la Meca. Con todos los servicios asistenciales colapsados. Con peleas de clanes y conflictos entre refugiados de diversas procedencias. Y quien se irrite o tenga miedo o se moleste u ofenda, que se aguante. Porque los políticos y las gentes que viven en los barrios nobles de las ciudades están muy vigilantes y a la menor protesta tachan a los vecinos de racistas, islamófobos y hasta nazis. Y los racistas y nazis de verdad, aun muy pocos, intentan pescar en este río de emociones. Ellos dicen entender los temores, sentimientos de abandono y profunda rabia. Frente a la arrogante corrección de la clase política democrática. Han comenzado a arder casas en las que había albergados refugiados. La situación es alarmante, sí. Y empeorará. Porque la UE no tiene decisión, unidad ni coraje para las grandes decisiones contra las mafias y estados fallidos o canallas, refuerzo de fronteras exteriores y ofensiva disuasoria exterior. Porque no se repatría y se otorga así el mismo derecho a quienes son refugiados y quienes no lo son. Porque consiguientemente el efecto llamada es inmenso. Incapaces de tomar decisiones eficaces, solo hay peleas paralizantes en la UE y, eso sí, mucha consigna contra algo que no ha existido y que solo con su política inane lograrán convertir en un fenómeno político: la islamofobia. Pero nadie se engañe; si llega, la islamofobia no llegará sola.

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