The Unending Gift

lunes, noviembre 09, 2015

EL ANONIMATO

 Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Sábado, 07.11.15

La máscara pretende conferir halo de misterio, pero como el pasamontañas es solo una forma de escapar a la responsabilidad personal

No fueron un millón ni muchísimos menos los manifestantes anticapitalistas en la ciudad del capitalismo total que es Londres. La tan cacareada «manifestación del millón de máscaras» (MMM) conocida en el centro de Londres no fue por tanto el jueves sino otra concentración de la extrema izquierda y el anarquismo urbano. De la que apenas se hablaría si no se hubieran registrado escenas de extrema violencia. Con bárbaras agresiones por cierto a los caballos de la policía con bengalas y fuego por parte de unos grupos que sin duda estarían trufados de radicales animalistas. Y con decenas de detenciones y algunos heridos.
El 5 de noviembre se conmemora la «Bonfire Night» o «Noche de las antorchas», que recuerda el aniversario de la llamada Conspiración de la pólvora, un intento fallido de católicos ingleses de volar el Parlamento británico en 1605. El cabecilla de aquel tan poco piadoso como ambicioso plan de volar a todo el gobierno de la Corona y al Parlamento en plena sesión inaugural fue Guy Fawkes, y la máscara que le evoca se ha convertido en símbolo de protesta, especialmente de los grupos de hackers en la red de Anonymous, pero también todo tipo de grupos antisistema. Que estos grupos sueñen con volar un Parlamento es muy lógico y puede asumirse.
La máscara, símbolo del anonimato, pretende conferir al manifestante el halo de misterio o incluso romanticismo. En realidad es solo una forma de escapar a la responsabilidad personal e individual. Igual de innoble que el pasamontañas o la capucha para evitar la identificación del agresor y delincuente. El anonimato es hoy práctica generalizada en las redes. Y fomenta como siempre las conductas despreciables.
Hay mil razones para protestar contra abusos e injusticias del sistema democrático. Recurrir al culto a un anonimato que solo fomenta agresión e impunidad del delito no parecen el mejor método. A no ser que lo que se pretenda sea imponer un sistema más injusto que el que se combate.

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