CRISIS DE SOBRA
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Martes, 27.10.15
En Alemania cae el último reducto que quedaba más o menos
sólido de confianza en el Estado y en la Unión Europea
UNA España inestable con un gobierno que juegue desde el
izquierdismo a chantajear a los socios y a desestabilizar el euro, es decir, a
hacer el griego, sería la puntilla. Hasta en el improbable caso de que España
no cause problemas en un futuro inmediato, habrá que ver cómo sale Europa de la
crisis múltiple en la que ha entrado. Quienes hablan así son dirigentes
alemanes democristianos que en estos días finales de octubre se hallan en su
mayoría en estado de alarma por las noticias que reciben todos ellos de sus
distritos electorales, del propio Gobierno alemán y de su partido, la CDU. El
deterioro de la posición de Angela Merkel en el último mes no tiene precedentes
y si no pasa algo muy rápido, en cuestión de semanas, que no meses, podría
llegar a cuestionarse su liderazgo. Sí, aunque parezca increíble, gente
importante de su partido dice que Merkel podría no llegar a final de año.
Cuando este verano aún nadie ponía en duda que seguiría hasta 2021 de canciller
y quizás más. Los sondeos muestran una caída vertiginosa de los apoyos a
Merkel, según se multiplican en pueblos y ciudades los problemas generados por
la llegada masiva y permanente de refugiados a Alemania. La canciller ha
invertido todo su capital político en esta política que cada vez asusta a más
alemanes. Y que está cambiando la actitud no solo hacia Merkel. También ante lo
que se ve como una manifiesta falta de solidaridad de los aliados europeos. Los
alemanes comprueban con acritud cómo los países que en su mayor parte han
recibido generosas ayudas de la UE, y por tanto de Alemania, en el pasado se
distancian de la propuesta solución de cuotas para ayudar a distribuir
equitativamente la carga en el continente. Cunde el resentimiento entre la
población alemana por sentirse abandonada. Por primera vez se percibe una
decepción que afecta a la actitud hacia la UE. Cuentan parlamentarios alemanes
que Merkel está convencida de que ha hecho lo correcto y de que no había
alternativa a abrir la puertas para acabar con la crisis que se había generado
en los Balcanes. Pero nadie sabe hoy cuáles van a ser las medidas y crecen día a
día los miedos ante la impotencia de la Unión en una crisis que no es como la
griega, una cuestión de dinero, sino una cuestión que afecta física y
emocionalmente a las poblaciones. Pero es inmenso el daño que estas semanas han
producido a Alemania, a su canciller, a su posición de liderazgo y a la
cohesión y confianza mutua entre Berlín y sus socios.
Europa se adentra en una crisis en la que no falta de nada.
A la crisis de los refugiados se sumará pronto el renovado problema de Grecia y
se asoma la amenaza de una salida del Reino Unido que la oleada de refugiados
hace cada vez menos improbable. En Polonia fue elegido el domingo un Gobierno
derechista que hará todo más difícil para Berlín. Todo el este europeo se niega
a acoger más refugiados que una especie de representación simbólica, mientras
ven cómo en Suecia y Alemania se agrava por días la situación. La Francia
oficial socialista calla asustada por el rédito político que pueda suponer para
el Frente nacional el debate. En Alemania cae el último reducto que quedaba más
o menos sólido de confianza en el Estado y en la Unión Europea. El último, el
mayor y el decisivo. Nadie sabe hoy qué consecuencias tendrá este terremoto
causado por centenares de miles de pies marchando hacia el centro del
continente. Que pronto pueden ser millones. Hay crisis de sobra en Europa.
Tanta que difícilmente soportaría un embate griego desde España.
0 comment(s):
Post a comment
<< Home