The Unending Gift

martes, febrero 16, 2016

LA ENVIDIA DE MARKUS WOLF

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Sábado, 16.02.16

España es hoy el país europeo en el que la penetración del enemigo exterior está a punto de tener un éxito supremo

EL canciller Willy Brandt estaba en 1974 en uno de esos momentos estelares que solo tienen los grandes políticos en los que todo parece salir bien. Había sido reelecto. Había humillado a la oposición. Había recibido el Premio Nobel de la Paz por la Ostpolitik y ya había sido hombre del año de la revista Time. Se esperaban aun grandes cosas de aquel hombre con visión y carisma. Sin embargo aquel año todo se iría a pique y Brandt habría de dimitir avergonzado y políticamente inhabilitado. Su pecado había sido confiar en su secretario personal, Günther Guillaume, que resultó ser un espía de la Stasi ( Staatssicherheit), los servicios secretos de la RDA, dirigidos en su servicio exterior por el célebre Markus Wolf. Guillaume era espía desde antes de emigrar del este a la RFA en 1956. Había sido preparado para infiltrar el partido socialdemócrata SPD y su carrera fue un inmenso éxito de la Stasi. Brandt tuvo que dimitir por el inmenso daño hecho a la seguridad de Alemania y a la OTAN en plena Guerra Fría.
El peligro de que un agente de regímenes enemigos a la OTAN alcance puestos de responsabilidad es una pesadilla permanente. Por eso existen filtros y la supervisión y el control de los servicios de información, civiles y militares. Nadie cree en España que Julio Rodríguez, teniente general que llegó a ser, como JEMAD, la segunda autoridad militar después del Rey, fuera un espía de alguno de los regímenes antidemocráticos que han financiado y dirigido a los cuadros del que es hoy su partido, Podemos. Pero ha causado pasmo y alarma que nadie advirtiera nunca ni de las simpatías primero ni, después, de los contactos del alto militar con personajes españoles del submundo político revolucionario de conexiones oscuras en Latinoamérica e Irán al menos. Dicho submundo tiene su centro de mando en La Habana, con los Castro y el temido G2. Es un mundo oficial en la alianza de regímenes chavistas, en compañías oficiales y empresas supuestamente privadas y es un mundo subterráneo en las conexiones de grupos terroristas como FARC, dineros negros, con el narcotráfico y otras actividades ilegales. Con Hizbolá, con Hamás, con Irán y otros grupos y redes islamistas en Asia y África. Todos tienen como principal enemigo al «imperialismo de EE.UU.» y las sociedades abiertas occidentales. Rodríguez fue elegido como JEMAD por José Luis Rodríguez Zapatero. Eso ya convertía para muchos al personaje en sospechoso. Sospechas hoy confirmadas. Su nombramiento como jefe de las Fuerzas Armadas, vistas sus afinidades ideológicas hostiles a la Unión Europea y Alianza Atlántica y a nuestra Constitución de 1978, fue un error gravísimo y una quiebra de la seguridad. Tiene lógica que regímenes enemigos de EE.UU., UE y OTAN apostaran por apoyar a fuerzas políticas en España, eslabón frágil en la seguridad. Rusia gasta ingentes cantidades de dinero en apoyar a grupos de extrema izquierda y extrema derecha en toda Europa con ánimo de influir y debilitar el consenso democrático. Nadie dude de que Moscú también habrá ayudado a la pujanza de esa ultraizquierda a punto de entrar en el Gobierno de España. El Gobierno no ha denunciado más que con burdas filtraciones de última hora pocos datos sobre las siniestras conexiones de Podemos. Lo cierto es que España es hoy el país europeo en el que la penetración del enemigo exterior está a punto de tener un éxito supremo que deja a Guillaume y Wolf en mantillas. Amenaza con ser su éxito de crear una cabeza de puente en el extremo occidental de Europa para el totalitarismo. No es casualidad que lo que más interesa a Pablo Iglesias del Gobierno sean el CNI, Interior y Defensa.

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