The Unending Gift

martes, marzo 08, 2016

EN MAZMORRA OTOMANA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Martes, 08.03.16


Europa hace un giro radical en su política de refugiados aunque no lo diga. Y Merkel quiera disimular

MENOS mal que ha sido en Bruselas la cumbre entre la Unión Europea y Turquía. Llega a ser en Ankara o Estambul y más de un europeo se habría acordado en el 400 aniversario de su muerte de nuestro Miguel de Cervantes y la hospitalidad otomana impuesta. Porque hasta en Bruselas se ha visto lo mucho que el nuevo sultán que ya es el presidente Reccep Tayip Erdogan considera ser el jefe en la relación, dada la situación creada por la crisis de los refugiados. Desde Turquía, Erdogan ordenó a su primer ministro Ahmed Davutoglu, jefe de la delegación enviada a Bruselas, que presentara a los 28 una nueva lista de exigencias políticas y, por supuesto, la demanda de más dinero.
El nuevo sultán turco, que ha percibido claramente el desprestigio letal de la democracia, se ha permitido aplastar a la prensa no obediente en vísperas de esta cumbre para demostrar a los 75 millones de turcos que él y solo él tiene el poder sobre sus vidas y su futuro. Y que la Unión Europea, que solía defender los derechos humanos en Turquía, va a callar y permitir a Erdogan todo en cuanto a la represión política y al abuso de poder y su impunidad se refiere. Porque él tiene la llave de los refugiados. Y la regulación del flujo de los refugiados, eso se lo ha enseñado su colega y ahora sin embargo enemigo Vladimir Putin a Erdogan. Y ahora lo hacen ambos, es como un torniquete en la garganta de Angela Merkel y a la postre de toda Europa. Gracias a dos mandatos de Barack Obama, los americanos apenas cuentan ahora en este juego y los europeos van a ser el pagafantas absoluto. Durante el tiempo que haga falta.
Europa hace un giro radical en su política de refugiados aunque no lo diga. Y Merkel quiera disimular. Porque se nombra a Turquía el guardián bien pagado. Pero se deja en manos del guardián otomano el poder de subir el precio del rescate como si estuviéramos todos en una mazmorra en Argel. Y Grecia, por mucho que se le ayude, queda directamente a merced de los caprichos de un Erdogan por lo demás enormemente caprichoso. La cumbre de Bruselas es el escenario de un trato que revela la dramática precariedad y la debilidad europea. Es un carísimo remedo. Que no garantiza que Europa vaya a superar esta crisis sin saltar en pedazos. Angela Merkel, que en los pasados años era la reina indiscutida de estas cumbres y la principal fuerza de cohesión, ha perdido su magia y su fuerza. El peso de Alemania le permite aun quitar del borrador una frase que considera demasiado brutal: «la ruta de los Balcanes ha quedado cerrada». Pero no puede impedir que otros, como el canciller austriaco Werner Fayman contradiga con un «Hay que hablar claro, hay que declarar cerrada la ruta balcánica y las otras».

Merkel no puede recuperar la confianza de una mayoría de los líderes europeos, los más afectados por la crisis de refugiados, convencidos como están que ella es la principal culpable de la situación creada por aquella decisión fatídica del 4 de septiembre. Y de algo no menor como es ahora la necesidad de hacer costosas y quizás peligrosas concesiones a Turquía. Este domingo tiene Merkel elecciones en tres estados. Si el auge de la AfD a la derecha de la CDU es tan fuerte como se espera, quedará en el aire la propia cancillería. Europa, débil y en discordia interna, sin autoridad ni rumbo y a merced de un zar matón y un sultán crecido y un aliado trasatlántico en elecciones delirantes. Un panorama para asustar hasta a los españoles tan distraídos con sus delirios nacionales.

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