LA RAZÓN DENOSTADA
Por HERMANN TERTSCHABC Martes, 15.03.16
Es grotesco ofrecer a Turquía un cercano ingreso en a Unión
Europea
ES muy peligroso
intentar introducir algo de racionalidad en el debate sobre refugiados.
Enseguida se convierte uno en un monstruo sin corazón, en un ser despreciable,
condenado por todas las almas puras desbordantes de sentimiento fraternal para
todo refugiado tercermundista que llame a las fronteras europeas. Aunque no
vayan a creer que el humanitarismo «progresista» no tiene una escala de
preferencias. La hay. Arriba del todo están los musulmanes que de alguna forma
puedan ser considerados víctimas de Occidente. Si se es víctima de una
zancadilla de una húngara de derechas, se es clase VIP y lo rifan las
televisiones. Si se huye de bombardeos americanos, mejor que si es de bombas de
Putin. Cuestión de empatía. Al final estarían los balseros cubanos, que no
cotizan ni de cadáveres en televisión. Nuestros medios saben bien qué víctimas
cotizan en el suculento mercado humanitario de las emociones progresistas.
Racionalidad es
entender que los interesados en la situación catastrófica en el campo de
Idomeni han sido los traficantes de seres humanos que tienen organizado un
inmenso negocio multinacional que financia mafias de todo tipo, organizaciones
terroristas y Estado Islámico entre otros. Los griegos querían llevar a los
15.000 refugiados a otros campos en mejores condiciones. Y los caudillos
agitaron en contra de la evacuación con falsas expectativas de apertura de la
frontera con Macedonia. Ayer se organizó un cruce ilegal de la frontera
macedonia. Otra vez para mayor gloria de los traficantes. Ellos tienen que
mantener viva la vía invasora, que es de la que sacan sus fabulosos beneficios.
Que ONG y periodistas animaran y ayudaran a estas acciones ilegales revela
hasta qué punto la ideologización atenta contra la profesionalidad, contra la
lucidez y la razón. Ayudando a unos miles de refugiados a cruzar a Macedonia
solo logran que violen leyes de otro país más y tengan como única opción la
invasión de otros tres o cuatro países antes de llegar a Alemania. Esto es lo
irracional, lo ilegal y lo peligroso. Algunos creen que Angela Merkel, que sacó
a los sirios del atasco en Hungría en septiembre, volverá como hada madrina. No
va a pasar. Entonces Merkel se saltó las leyes comunitarias en una situación de
emergencia y todos aplaudieron su generosidad. Y condenaron al único país que
cumplía la ley, que era Hungría. Hoy se intuye ya el precio de todo aquello. Y
lo de menos son los costes electorales para Merkel. Están en juego la
integridad y la seguridad europea, vulnerables como nunca ante maniobras rusas
y de penetración totalitaria. Si los refugiados de Idomeni logran imponer su
voluntad, han ganado los traficantes. Y se condena a Grecia a hundirse en caos
y miseria bajo la próxima invasión.
El acuerdo
presentado, que no firmado, con Turquía es una vergonzosa externalización de
los deberes de una comunidad de derecho tan rica como cobarde que no es capaz
de defender ni sus fronteras ni sus leyes. Y cuidado. Es grotesco ofrecer a
Turquía un cercano ingreso en la UE, cuando bajo el islamista Erdogan cada vez
está más lejos de cumplir ninguna condición. Es absurdo ofrecer una exención de
visados que por cerrar las puertas a unos millones de musulmanes árabes las
abre a ochenta millones de musulmanes turcos. Es razonable forzar la
inmigración legal asumiendo que por cada inmigrante ilegal deportado a Turquía
saldrá uno legalmente de Turquía hacia Europa. Pero ¿adónde? Porque la mitad de
Europa se niega a aceptar más refugiados. Europa no tiene músculo. Pero tampoco
criterio, acosada por su propia sinrazón. Quiere comprar al sultán turco como
quiso comprar al zar ruso. Y tanto el sultán como el zar, al ver al comprador
exangüe, han decidido atracarle.
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