UNA COLOSAL ARENGA EUROPEA
Por HERMANN TERTSCHABC Viernes, 18.03.16
Hoy debiera firmar esta columna el jefe de gobierno húngaro
Victor Órban
EUROPA no es libre,
porque la libertad comienza con decir la verdad. En Europa hoy está prohibido
decir la verdad. Y un bozal es un bozal aunque sea de seda. Esta prohibido
decir que hoy no somos testigos de la llegada de refugiados, sino de una
amenaza a Europa por la migración masiva. Esta prohibido decir que decenas de
millones están preparados para ponerse en ese camino. Esta prohibido decir que
esa inmigración trae crimen y terrorismo a nuestros país. Prohibido decir que
las masas de gentes que vienen de otras civilizaciones suponen una amenaza a
nuestra forma de vida, a nuestra cultura, costumbres y tradiciones cristianas.
Está prohibido decir que aquellos que ya llegaron antes en vez de integrarse,
crearon mundos propios, con sus propias leyes e ideales, que están rompiendo
las estructuras milenarias de Europa. Esta prohibido decir que esto no es accidental
ni una serie de consecuencias no intencionadas, sino una campaña preparada y
orquestada para enviar hacia acá una inmensa masa de gentes. Está prohibido
decir que Bruselas prepara planes para traernos extranjeros y radicarlos aquí.
Está prohibido decir que el objetivo es cambiar el mapa religioso y cultural de
Europa y rediseñar sus fundamentos étnicos, eliminando los estados nacionales,
el último obstáculo para el movimiento internacional».
«Los enemigos de la
libertad hoy no son iguales que los gobernantes del imperio ni los del sistema
soviético. Ellos no nos encarcelan, ni nos deportan a campos ni traen tanques
para ocuparnos. Son suficientes los bombardeos de la artillería de los medios
internacionales, sus denuncias, amenazas y chantajes. Mejor dicho, han sido
suficientes hasta ahora. Porque los pueblos de Europa comienzan a despertar.
Los pueblos de Europa parecen por fin entender que está en juego su futuro: no
solo su prosperidad, su bienestar y sus empleos, sino su propia seguridad y el
orden pacífico de sus vidas. Los pueblos de Europa que han estado aturdidos en
abundancia y prosperidad han entendido que los principios de vida sobre los que
construimos Europa están en peligro de muerte. Europa es una comunidad de
naciones cristianas, libres e independientes; con igualdad entre hombres y
mujeres, justa competencia y solidaridad, orgullo y humildad, justicia y
misericordia. El principal peligro no nos llega de quienes quieren venir sino
de los fanáticos del internacionalismo en Bruselas. No permitiremos a Bruselas
ponerse por encima de la ley. No vamos a permitir que nos imponga el fruto
amargo de su política de inmigración. No vamos a importar a Hungría el crimen,
terrorismo, homofobia y antisemitismo quema-sinagogas. Aquí no habrá barrios
fuera de la ley, ni disturbios de inmigrantes ni bandas cazando a nuestras
mujeres y hermanas. No vamos a tolerar que nos digan a quién tenemos que
aceptar en nuestro hogar y nuestra patria, con quién hemos de vivir y compartir
nuestro país».
Hoy debiera firmar esta
columna el jefe de gobierno húngaro Victor Órban. Son extractos de su largo y
vibrante discurso del 15 de marzo, aniversario de la Revolución de 1848. Llama
Orban a un levantamiento de los pueblos europeos contra Bruselas y, sin
mencionarla, contra Angela Merkel. Como en 1848 contra Viena y en 1956 contra
Moscú. Muchos volverán a tachar a Orban de nacionalista y hasta fascista o
racista. No es ni lo uno ni lo otro. El discurso es una colosal arenga europea,
tan inusual en el exangüe liderazgo europeo. No hay que estar de acuerdo en
todo para saber que ya es parte de la historia en marcha. Pese a burocracias
europeas, inanidad y confusión política de tantos, la poderosa idea de la
defensa identitaria de Europa estará muy presente en esta nueva era, radicalmente
distinta, dramática y, muy posiblemente, trágica.
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