ESAS EXCESIVAS CORTESÍAS
Por HERMANN TERTSCHABC Viernes, 28.10.16
La excesiva cortesía con los enemigos del Estado es una
actitud suicida española única en Europa
LA diputada Marian Beitialarrangoitia anunció ayer muy
solemne que ellos, su organización Bildu que surgió como brazo político de la
banda terrorista ETA, busca sus referentes en «los países más avanzados de
Europa» y no en este Madrid atrasado y reaccionario de Mariano Rajoy. El
presidente del Gobierno, que parece disfrutar en estos debates parlamentarios
muy especialmente en sus diálogos con los peores enemigos del Estado, no se
dejó por supuesto ofender tampoco por ella y la trató con enorme cortesía.
Beitialarrangoitia no habla mal. Cierto que viste con ese uniforme abertzale de
desaliño codificado que parece tener que probar que se vive en el bosque con
Kaspar Hauser, se duerme en un coche o se quiere asustar a la suegra. Pero esta
mujer articula mucho mejor sus malas ideas que los eslabones perdidos que el
filoetarrismo solía enviar a la Villa y Corte. Rajoy con estos radicales
siempre es un bienqueda. Y por ello no contestó como habría sido necesario para
aclarar unas cuestiones que pronto pueden tener cierta urgencia a la vista del
tono de las intervenciones de otros enemigos del Estado como el propio
Iglesias. Porque cuando Beitialarrangoitia le dijo a Rajoy que ellos prefieren
mirar hacia otros países europeos más avanzados, el presidente debió decirle
que tenga cuidado y no mire mucho, porque acaba de extraparlamentaria. Porque en
todos los países europeos más avanzados, que lo son precisamente por cosas como
esta, los enemigos del Estado, de su unidad, de su integridad, de su soberanía
y su Constitución, no están en el Parlamento, sino en la marginalidad
extraparlamentaria.
Solo España, señora Beitialarrangoitia, es tan ridículamente
generosa con los enemigos de la Constitución que les permite acudir a las
elecciones, les paga la campaña, les perdona los delitos y les entrega
televisiones y radios públicas y privadas. Cuando intervienen sus
representantes en el Parlamento se les trata con guante blanco como si fueran
los más dignos y nobles delegados de los más probos y patriotas partidos fieles
a las leyes. Con leyes de otros países europeos doña Marian estaría en la calle
o en una pestilente taberna con sus correligionarios. Que serían muchos menos
si no hubieran recibido, desde hace más de 35 años, inmensas cantidades de
dinero por las buenas y las malas. Hoy ya no necesitan asustar. En el País
Vasco como en Cataluña, ser leal a la Constitución es garantía de un calvario
mientras ser enemigo del Estado solo acarrea ventajas para la vida privada y
social. La excesiva cortesía con los políticos anticonstitucionales por parte
de los gobernantes encargados de proteger el Estado y la Constitución es la
metáfora total de la actitud de España frente a sus enemigos. Que en la
República, cuando ya podían ir a buscarte a casa para pegarte un tiro, la
Pasionaria se ciscara en el Parlamento, era lógico porque apenas quedaban
demócratas que lo defendieran. Que ayer Pablo Iglesias llamara a los
parlamentarios delincuentes potenciales, dijera que él no debe respeto al
Parlamento sino «al pueblo» y defendiera a las marabuntas ideológicas que lo
deslegitiman revela que estamos ante el principio de un acoso al sistema
democrático que será brutal en cuanto se escenifique mañana sábado el fracaso
del Frente Popular que planeaba Pedro Sánchez. Si Sánchez y sus seguidores eran
capaces de fraguar una alianza con tales enemigos de la democracia y el Estado,
es que ya son parte de ellos. Cuando tenga constancia Rajoy de ello, lo mismo
empieza a tratarlo con cariño. Sería preferible que no. Que fueran los
demócratas españoles quienes miraran a Europa y sin complejos ridículos
trataran a los enemigos de España y la democracia como otros países tratan a
los suyos. Como enemigos que quieren hacer daño a todo lo que se ha de
proteger.
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