The Unending Gift

martes, octubre 11, 2016

LA BELLA Y LA BESTIA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Martes, 11.10.16


(Con manipulación y sin escrúpulo) han convertido a Trump en una colosal caricatura del mal absoluto

DICE el actor Robert De Niro que el candidato Donald Trump «es un cerdo y un perro», «un estafador» y «un mierda», para no quedar mal con sus compañeros de Hollywood que llaman al candidato republicano «criminal», «gusano», «reptil», «miserable» y «basura». ¿Se acuerdan del pecado capital que se achacaba a Donald Trump al principio de la campaña? Que insultaba. ¡Qué horror! Qué finos éramos todos entonces. Ahora hasta en las radios más piadosas en España se vomitan desprecio, odio justiciero y epítetos terribles contra ese Trump. Y los periódicos de la moderación de EE.UU. y Europa adjetivan como «hooligans» barriobajeros cuando castigan como dicen que merece a ese vil sujeto. En un año de permanente ridiculización y demonización, con una voluntad manipuladora libre de todo escrúpulo para causa supuestamente tan noble, han convertido a Trump en una colosal caricatura del mal absoluto. Pero el éxito enemigo no ha sido total aún. Trump no queda descolgado por reveses que reciba. El monstruo sigue vivo. Y aunque han intentado destruirlo para que no se presentara a las elecciones cuando falta un mes, fue al debate con sus enemigos preparados para enterrarlo y salió mucho más que vivo. Tras hacerle un inmenso roto a su rival, la dama impecable que pretende cumplir todos los postulados de generosidad, compasión, honradez y bondad que el alma más bella de la democracia anhela.
Dicen que el monstruo es además un puerco y un depravado porque en un vídeo de hace doce años vierte en privado entre amigos comentarios muy groseros sobre mujeres. De esos que no hacen todos los hombres, pero sí los muy groseros. Y se escuchan en millones de vídeos porno que circulan por todo el mundo. Por esas frases se pretendía que abandonara, que no se presentara a las urnas. Tras ganar a 16 rivales republicanos. Y sin las trampas utilizadas por Hillary Clinton contra Bernie Sanders. Le acusa a Trump de ser un peligro para las mujeres precisamente su rival, que humilló y maltrató a víctimas del más agresivo depredador sexual que ha pasado por la Casa Blanca, su marido. Al que ella ayudó a silenciar a agredidas. Por el bien de la carrera política de ambos. A Trump le acusan también de haberse beneficiado de trucos contables y otras maniobras legales para maximizar su exención fiscal. ¡Qué monstruosidad! Lo que hacen todos los grandes empresarios que convirtieron a la pareja Bill y Hillary Clinton en una máquina de hacer dinero. Una Hillary que cobra a precio de oro favores que van desde elogios al Rey saudí por «su defensa de los derechos de la mujer» a centenares de gestiones que son allí, aquí y en China tráfico de influencias. La mujer que destruyó 33.000 correos secretos que le habían pedido. Y que se sabe ha mentido para ocultar terribles fallos de gestión en el departamento de Estado. Esa es la que acusa a Trump de falta de transparencia.

Yo detesto las formas de Donald Trump, su chulería y matonismo, detesto el proteccionismo económico y comercial que propugna y detesto su falta de matices. No querría un Trump presidente. Pero es un ser humano más auténtico la bestia que la bella. Donald tiene una honradez básica de la que Hillary carece. Clinton es gélida mentira toda ella. Alarma ver cómo la hipocresía y el cinismo de la bella Hillary han logrado reunir tras de sí a todo lo que hasta ahora era política y moralmente respetable en EE.UU. y Europa. Todos en la caravana de la complicidad de su manipulación y mentira. Aunque maten a la bestia, han quedado convertidos en un páramo de escombros los aplaudidos jardines de la probidad ilustrada de nuestra democracia.

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