The Unending Gift

martes, noviembre 01, 2016

CUMBRE INTENSA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Sábado, 29.10.16


Bajo el Gobierno del PP las Cumbres Iberoamericanas no se han recuperado de la mediocridad de la política exterior de Zapatero

La Cumbre Iberoamericana que se celebra en Cartagena de Indias tiene este año la agenda política más intensa y compleja de los últimos años. Se celebra en una Colombia marcada por el fracaso del presidente Juan Manuel Santos y de la guerrilla narcoterrorista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en un intento por convencer a su pueblo de un acuerdo basado básicamente en paz por impunidad.
Para impedir que Santos fuera arrollado por esa humillante derrota, se le otorgó el Premio Nobel de la Paz desde Noruega y le renovaron la confianza todos los valedores del acuerdo rechazado por el pueblo.
Santos habrá de contar con el apoyo de las fuerzas del expresidente Álvaro Uribe. Y ya no podrá ser tan obsequioso con los terroristas como hasta ahora. Acaba de suspender la negociación con los otros terroristas del Ejército de Liberación Nacional. Todo cuando la correlación de fuerzas en el subcontinente cambia en detrimento de los simpatizantes de las FARC de Colombia y defensores del vecino régimen chavista de Venezuela.
Perú ha anunciado que invocará la Carta Democrática contra Venezuela, lo que traería consigo la suspensión de la pertenencia de este país a la Organización de Estados Americanos (OEA) por su deriva dictatorial y abandono de sus últimas pretensiones democráticas. El presidente venezolano Nicolás Maduro no pensaba acudir a la cumbre, en la certeza de que nada útil puede cosechar. Pero ayer justamente cambió de idea.

Bajo el gobierno del Partido Popular, las Cumbres Iberoamericanas no se han recuperado de la deprimente mediocridad de la política exterior de España, motor de estas cumbres, durante los casi ocho años de Rodríguez Zapatero. Que España haya logrado incluir en la agenda una propuesta de resolución sobre Gibraltar similar a la habitual sobre Malvinas será gratificante para el ministro de Exteriores. Y tendrá previsiblemente la misma relevancia que las habituales resoluciones sobre aquellas islas del Atlántico sur, cada vez más británicas.

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