VERDAD RACISTA Y OCULTACIÓN
Por HERMANN TERTSCHABC Martes, 06.12.16
Se considera que ofrecer a la población información de este
tipo de crímenes fomenta el racismo y la islamofobia
MARIA L., una joven estudiante de Medicina, desaparece
mientras hace ejercicio en un parque en la ciudad alemana de Friburgo. La
encuentran poco después violada y ahogada en un arroyo. El miedo se extiende
por la ciudad cuando dos semanas después es hallada otra joven mujer asesinada
también con signos de haber sido forzada sexualmente. En cuestión de días se
genera auténtica psicosis en la región de esta ciudad fronteriza con Suiza, de
un cuarto de millón de habitantes. El sábado pasado la Policía detiene
finalmente al sospechoso de la primera muerte. Y resulta ser lo más temido por
Policía y autoridades: un refugiado musulmán. Un afgano de 17 años que llegó a
Alemania sin familia, entre otros muchos varones jóvenes, en el aluvión de
centenares de miles de refugiados. La televisión pública alemana ARD no informó
sobre el caso. Consideró que el asesinato y el pánico en la región no tenían
importancia. Eso no sería noticia. Son centenares los casos de delitos graves,
en gran parte violaciones, que son ignorados por los medios si tienen como
autores a refugiados. Por sistema. Se considera que ofrecer a la población
información de este tipo de crímenes fomenta el racismo y la islamofobia. Por
esta razón se ocultan o maquillan estadísticas en muchos países. El derecho a
la información ha sucumbido por completo ante las precauciones que las
autoridades creen tener que tomar para evitar lo que consideran actitudes
políticamente incorrectas, bajas pasiones o sentimientos hostiles. En cuanto se
produce ahora un crimen violento, los políticos y demás responsables rezan por
que el autor no sea lo que ellos temen que será. Porque si lo es, un inmigrante
llegado con solicitud de refugiado y musulmán, se impone una reacción
moralmente difícil, antes inconcebible y hoy habitual: la ocultación. Muchas
veces con la impunidad como consecuencia. Todo en aras de bienes supuestamente
superiores a la verdad y la seguridad de la ciudadanía, que serían la
tranquilidad multicultural y la armonía interracial.
El caso más tremendo en Alemania de la masiva ocultación de
delitos de refugiados e inmigrantes se produjo durante la fiesta de Nochevieja
pasada en Colonia y en muchas otras ciudades alemanas. Las más de mil
agresiones solo en Colonia fueron ocultadas por la Policía, por los políticos,
por los fiscales y también por la prensa. Nadie quería iniciar procedimientos
susceptibles de ser tachados de racistas. Tanto que las dimensiones reales de
lo sucedido tardaron en establecerse casi una semana. En los primeros días hubo
intentos de negar la propia existencia de la agresión masiva y atribuirlo todo
a malentendidos en la juerga multitudinaria. De las 1.205 denuncias presentadas
en Colonia apenas hubo procesados, seis condenas, y un solo reo cumple prisión
once meses después. Recuerda a la red de prostitución y maltrato de niñas
blancas por unos poderosos miembros de la comunidad paquistaní de Rotherham en
Yorkshire. Ayuntamiento, Policía y servicios sociales estaban al tanto de las
monstruosidades de la red y nadie se atrevió a salvar a las niñas de aquellos
desalmados por no enfrentarse a acusaciones de racismo e islamofobia. Ahora en
el caso de Friburgo ha sucedido algo insólito. La presión de la opinión pública
sobre la cadena ARD ha sido tal que esta se ha visto obligada a informar sobre
el asesino afgano de Maria L., a informar sobre la realidad. Partes de la
sociedad europea comienzan a tomar conciencia de que ciertas prácticas de sus
gobernantes que obedecen a mandamientos ideológicos impuestos por la izquierda
y asumidas por la derecha gobernante suponen un peligro inadmisible y una
agresión intolerable. Ocultos tras la complicidad ideológica de poder y
periodismo. Por eso exigen más verdad y menos ocultación. A esa demanda también
la llaman populismo.
0 comment(s):
Post a comment
<< Home