TODOS EN LA INOPIA
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Martes, 14.03.17
Los uniformes militares retornarán al paisaje a poco
instinto de supervivencia que tenga nuestra sociedad
HACE unos días dos individuos pegaron una paliza a un
comandante del Ejército español en Palma de Mallorca. ¿El motivo? Ser del
Ejército español. Fue a plena luz del día en pleno centro. Días después fueron
detenidos. Esperemos que les condenen a algo más que un fin de semana de
inhabilitación y sin chuches. Que es lo que les correspondería si se aplicaran
los aparentes baremos de la sentencia contra Artur Mas por lo que de hecho es
un golpe de Estado. Porque en algo sí tiene razón Mas: la ley no es igual para
todos. Unos pagaron en España por un golpe de Estado con veinte años de prisión.
Ahora otros, por lo mismo, pasan dos cómodos años celebrados como perseguidos
por una sentencia sin otro efecto que ese rentable victimismo. Todos los
golpistas del separatismo en la Generalidad dicen todos los días, por todos los
cauces a su alcance que son muchos, que su «prusés» es un golpe de Estado que
va a destruir a España como Nación y Estado, dinamitar la Constitución por mil
partes y crear una Cataluña independiente. Y los demás, ni caso. ¿Que hay que
castigarle un poco? Dos años de inhabilitación. Lo que se penará por arrancar
una planta protegida. Menos que por una patada a un burro se paga por patadas
sin pausa a las vidas, a los derechos y los intereses de millones de españoles
maltratados por la inquina nacionalista. Cuatro años gastando obscenamente el
dinero del erario en destruir España y resulta que no hay malversación. Cuatro
años presumiendo de sus preparativos, legales e ilegales para el golpe de mano
de forzar hechos consumados irreversibles para la nueva República Catalana. Cuatro
años dando órdenes contra España con amenazas y recompensas. Premiando
deslealtades para la traición suprema. Pues tampoco hay prevaricación, dicen.
Estamos en la inopia.
Igual que, hagan lo que hagan, apenas se condena a los
golpistas, no ha habido forma de que las instituciones de Palma y la región
balear condenaran la agresión al militar, que por supuesto se produjo al grito
de «fascista». Solitaria ha sido la condena de la delegación del Gobierno.
Desde hace tiempo agrede a los militares lo peor de la sociedad española, desde
Ada Colau, las huestes comunistas de Podemos, a toda la subcultura del
separatismo y el mantra antiespañol. Ya saben que en España nos borraron los
uniformes militares de la imagen cotidiana hace décadas. Dijeron que era para
no presentar blanco fácil a ETA. Hubo quien dijo que ya entonces era mentira.
Hoy lo sería en todo caso. Los uniformes militares retornarán al paisaje a poco
instinto de supervivencia que tenga nuestra sociedad. Como lo hará el refuerzo
de toda la simbología del Estado. En otros países será un refuerzo de la
práctica común. En España supondrá un cambio de paradigma y el fin de una
anomalía. No es cuestión de estética sino de seguridad. A la larga, de
supervivencia. En España, donde nadie se entera de un golpe de Estado aunque
los autores lo expliquen a diario, tampoco hay conciencia aun de la que se
avecina en toda Europa. La crisis de la sociedad occidental ya está cambiando
los postulados y hábitos del pasado medio siglo, algunos ya auténticos
obstáculos para la convivencia racional y para la autodefensa de la sociedad
abierta. ¿Cómo de abierta será la sociedad en unas décadas a la vista de
movimientos migratorios masivos y nuevas amenazas y conflictos? Nadie lo sabe
aun. Pero los cambios están en marcha. Incluso en esta España en la inopia que
solo parece recocerse en necias salsas propias. Y a muchos, golpistas o
agresores entre ellos, no gustarán nada.
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