DE SOLDADOS, IDEOLOGÍAS Y TRAMPAS
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Martes, 09.05.17
Se advierte al votante de que todo a la derecha de Merkel es
perseguible y perseguido
EN todo Estado de Derecho debe darse una condición básica,
previa, para que el sistema no sea una farsa y es que sus cuerpos armados no
funcionen por directrices ideológicas. Las policías y los ejércitos
ideologizados son un monstruoso invento de las ideologías redentoras del siglo
XX con las consecuencias terroríficas que todo el que sepa algo de historia
conoce. Hay policías tercermundistas ideologizadas y hay ejércitos que aun lo
están. Entre estos, el caso más dramático en la actualidad es el del Ejército
bolivariano creado por Hugo Chávez con ayuda, por cierto, de asesores
españoles, algunos de los cuales hicieron una pequeña fortuna suministrando
alfalfa tóxica de la peor especie leninista a los oficiales de aquel país. Para
convertirlos en el Ejército más corrupto y pelele de la mafia que dirige aquel
régimen. Son asesores conocidos porque en España dan clases de moralidad cuando
allí dieron clases para imponer el terror y destruir a las personas críticas.
Con ayuda de otros españoles que medran con Caracas, La Habana y la
multinacional que une totalitarismo izquierdista, negocio legal y delito que es
el Foro de Sao Paulo. El Ejército de Venezuela es su instrumento totalitario e
ideologizado.
Lo absolutamente inaudito es que en una democracia un
ministro de Defensa acuse a su propio Ejército de estar lastrado por una
ideología extremista. Que ponga en duda la profesionalidad de sus oficiales y
mandos. Y los acuse de encubrimiento de los extremistas dentro de sus filas.
Pues eso es lo que hizo la ministra de Defensa alemana, Ursula van der Leyen.
Vertió gravísimas sospechas sobre el Bundeswehr, Ejército federal alemán, antes
de desatar en sus filas una caza de nazis que parece de brujas. Que encaja bien
con la actitud general del Gobierno de Angela Merkel de movilización retórica
contra el supuesto peligro nazi que ven en todo lo que no acepte su política de
inmigración y el discurso de la corrección política. Todo comenzó con la
detención de un teniente como sospechoso de preparar atentados terroristas. El
teniente, un tal Franco A., ultraderechista, se había inscrito como refugiado
sirio. Con lo que quería implicar a refugiados sirios de los atentados que
cometiera. Y dejaba en evidencia la ausencia total de garantías con que se
registra a los refugiados. El Gobierno, en guerra contra todo el que pretenda
ocupar el enorme espacio en la derecha que Merkel ha dejado libre con su
permanente deriva hacia la izquierda, parece considerar que la detención del
ultra es un buen motivo o pretexto para hacer una purga ideológica en el
Ejército federal. Que si ha pecado de algo en misiones internacionales es de
pusilanimidad de sus oficiales. Pues el Gobierno y la Prensa en Alemania, que
son ya una piña contra todo lo que no les gusta, se han lanzado a buscar
cuartel por cuartel la trama de infiltración nazi. Su máximo éxito ha sido
retirar una vitrina en un pasillo con unos cascos de la Wehrmacht, el ejército
alemán de la II Guerra Mundial. En otro cuartel han encontrado algún objeto más
de recuerdos de «militaria». Aunque la ministra ha matizado sus palabras en
contra de la oficialidad, el daño está hecho. Al nazismo hay que combatirlo. En
el Ejército con sus servicios de información. Pero en Berlín prima la agitación
pública antinazi que está de moda. Y la histeria no es inocente. Ante las
elecciones federales de septiembre hay que advertir al votante alemán de que
todo lo que está a la derecha de Merkel es perseguible y perseguido. Veremos en
qué acaba esto. Algunos sospechamos que hay menos ideología en el Ejército
alemán que miedo y falta de escrúpulos del Gobierno. En su guerra ideológica,
claro.
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