HORAS ESTELARES DE LA VILEZA
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Martes, 01.08.17
Hoy las
universidades de ciencias sociales son con escasísimas excepciones meras
escuelas de adoctrinamiento marxista
EL 3 de
junio de 2008 y a iniciativa del escritor, disidente y presidente checo Vaclav
Havel, una de las máximas referencias morales de Europa desde la II Guerra
Mundial, se publicaba la «Declaración de Praga». Muchos no sabrán de ella porque
a pesar de los colosos del pensamiento, la política y la moral que la suscribieron
y apoyaron, se impusieron quienes querían impedir que cuajara como el vademecum
moral de Europa y antídoto frente a renovados proyectos totalitarios y la
mentira histórica. La declaración de Praga instaba a tratar al comunismo igual
que a la otra ideología criminal, el nazismo. Pero en los círculos políticos,
mediáticos y culturales de la Europa occidental muchos no querían asumir la muy
clara equiparación asesina de ambas ideologías. Había razones. El nazismo había
sido derrotado sin paliativos. Pero el comunismo había logrado, incluso tras la
caída del muro, una eficaz metamorfosis para evitar la catástrofe histórica que
muchos creyeron consumada. En el Tercer Mundo lo logró con su vertiente
indigenista y antiimperialista del Foro de Sao Paulo. En el Primer Mundo había
consumado su conquista de la hegemonía en el pensamiento de la socialdemocracia
y la política del consenso democrático y controla discurso y pensamiento y
persigue y reprime cualquier disenso. El marxismo, hundido como proyecto ideológico
práctico por sus sangrientos y criminales fracasos en todo el mundo, había
cambiado de formas de actuación, simbología y estrategia. Pero manda. Aquellos intelectuales que, con Marcuse, se
lo habían llevado antes de la guerra a «tunearlo» en universidades
norteamericanas, para los años sesenta ya estaban en Europa de vuelta iniciando
el asalto a las universidades. Aquella Escuela de Frankfurt se convirtió
después con Habermas y los suyos en el bacilo marxista que infectó todo el
discurso intelectual occidental y elaboró el nuevo discurso multicultural y
antiplural, antioccidental que ha vaciado las resistencias del sistema de
valores de la sociedad abierta. Hoy las universidades de ciencias sociales son
con escasísimas excepciones meras escuelas de adoctrinamiento marxista. Basado
en la agresividad reivindicativa de minorías, política de género, inmigración
liquidadora de identidades europeas, destrucción de tradiciones y anclajes
culturales y afectivos e imposición de su agenda. Se combate toda discrepancia
con su arma letal de la corrección política y la más brutal intolerancia. Y
todo asumido con ceguera suicida por las fuerzas políticas moderadas.
Los
esfuerzos de probidad e integridad intelectuales de Havel y tantos heroicos
resistentes a nazismo y comunismo son historia. Y la mediocridad
socialdemócrata ha aceptado la supremacía del discurso neomarxista que combate
con fiereza tanto la verdad histórica como todo intento de cuestionar su
hegemonía. Quien lo haga es tachado de nazi o ultraderechista. Individuos,
grupos o gobiernos que intentan buscar vías alternativas son aislados,
difamados, acosados. Aquí en España lo tienen aun más fácil. La miserable Ley
de Memoria Histórica de Zapatero, blindada por su sucesor Rajoy, es un crimen
contra la verdad histórica y contra la integridad de la sociedad española. Los
españoles son obligados a nutrirse de mentiras convenientes para las fuerzas
totalitarias que perdieron la guerra y quieren revancha contra todo el que no
se doblegue. Aun así, hay motivos para la esperanza para quienes creen en el
hombre libre como imagen de Dios y en la fuerza del espíritu que tantas veces
ha salvado a Occidente de esclavitudes como la que amenaza al final de este
nuevo experimento con humanos. Miren a los ojos a sus seres queridos y sentirán
que somos capaces de superar esta hora estelar del oprobio y la vileza. Como
tantos anteriores.
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