ARRIBA EL ÁNIMO
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Martes, 03.10.17
Es una gran oportunidad para la Nación Española
LA ola de desolación que cubrió España el día 1 de octubre
ha generado el mayor ambiente general de tristeza y pesimismo que se percibe en
España en muchas décadas. Quizás sí, quizás haya que remontarse al año 1936
para encontrar un estado de ánimo de angustia y fatalismo como el que se
respira después de los acontecimientos del domingo en Barcelona. Una minoría
separatista festeja en Cataluña su bien fraguado triunfo de trampas, mentiras e
imposturas con el que se promete poder engañar al mundo para que apoye su
sinrazón y un proyecto básicamente fraudulento y definido por su matonismo y la
procacidad de sus desprecios a las reglas democráticas, a la honradez
intelectual y la probidad personal. Mientras, millones de españoles dentro y
fuera de Cataluña sienten dolor, humillación y desamparo, sentimientos estos sí
muy reales y auténticos y por lo demás no extraños en la larga historia de la
vieja nación española.
Los españoles están tristes con razón. El domingo vieron en
directo, –en unas televisiones volcadas en hacer daño al Estado de Derecho y
beneficiar al crimen político–, cómo triunfaba la añagaza de unos taimados y
mediocres gobernantes de provincias acaudillando a una masa fanatizada,
adoctrinada en la lealtad tribal y la xenofobia. Ganaba la batalla a la noble
idea de la legalidad y la verdad. Defendida por unos policías y guardias
civiles que pusieron en peligro su propia integridad para minimizar los riesgos
a gentes movilizadas contra ellos en un odio químicamente puro. Y vilipendiados
por medios españoles que el gobierno del PP ha dejado en manos de separatistas
y comunistas. A esos medios españoles hispanófobos se ha unido en esta ocasión
toda la marabunta de la prensa internacional en su 90% sometida a la corrección
política socialdemócrata que no se rige por la verdad sino por la moral, por la
suya, por supuesto. Lo han demostrado con sus cataratas de mentiras contra
Trump, Hungría o todo lo que cuestione el consenso biempensante globalista.
Nada mejor para más espacio en portada, más tiempo de emisión, más relieve, que
esa lucha del David catalán «antifascista» contra un Goliath que tenía un
abuelo facha.
El problema no está en la mala fe de quienes desde la
ignorante y frívola prensa internacional ayudan al golpismo separatista a
buscar protección exterior contra la reacción del Estado democrático y de la
Nación. Que llegará y habrá de restaurar la legalidad en toda España. El problema
está en la ineptitud, la ignorancia y la desesperante impotencia del Gobierno y
su gente para presentar un mensaje de defensa racional y coherente de la
posición de la España leal frente a la golpista. Si Rajoy y su vicepresidenta
causaron indignación y rabia el domingo por sus obscenos discursos de negación
de la realidad, escuchar al ministro de Exteriores intentar defender a España
en televisiones foráneas da simplemente vergüenza. El gobierno debió crear
equipos capaces de defender en redes y medios los intereses de España. Pero se
ha dedicado un lustro a utilizar los medios para sus mezquindades políticas y
personales.
Pese a todo, hay que quitarse miedos y pesares. Estamos
mejor que cuando la anestesia de Mariano y sus antecesores funcionaba. Los españoles
saben ya que la mera existencia de España está en peligro. Que no hay pacto
posible con quien quiere destruirte. Hay que vencer al separatismo. La
descentralización ha fracasado. Los nacionalismos llevan 40 años de guerra
contra España que siempre cedió por torticeros intereses de sus gobernantes. Si la Nación reacciona el futuro es esperanzador. El domingo se perdió una
batalla bajo un capitán desganado. Pero la guerra acaba de comenzar, será larga
y como son estas cosas, al final, volverán a ganar los buenos.
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