EL ENCAJE EN ESPAÑA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo,
17.12.17
No se desencaje nadie de ira en Extremadura. Que antes hay
que pagar el encaje permanente de chantajistas, ventajistas y plañideras
HAY muchas formas de insultar. Les voy a enumerar algunas.
Siete de cada diez trenes entre Talavera y Madrid llegaron tarde a su destino
en el mes de noviembre. Más espectacular aún que ese ruinoso dato es este otro:
el trayecto entre Talavera y Madrid es de unos cien kilómetros. Se tardaba una
hora y diez minutos en el año 2000. Ahora son una hora y 50 minutos. Eso si no
hay retraso. Hablamos del tren que sigue hacia Extremadura. Que es toda una
aventura. Los 400 kilómetros entre Madrid y Badajoz se recorren en seis horas.
Eso sin retraso, que es casi nunca. Si se quiere ir uno de Extremadura a
Andalucía, de capital a capital, de Mérida a Sevilla, se tarda cuatro horas
para 190 kilómetros. A menos de 50 kilómetros por hora de media. Hay tramos en
los que el tren, no solo este, circula a 30 kilómetros porque lo recomiendan
las vías, no vayamos encima a tener un disgusto. Que lo importante al fin y al
cabo es llegar vivo. Unos cuantos miles de extremeños se gastaron su dinero el
pasado 18 de noviembre para acudir a Madrid, casi todos en coche o autobús,
para protestar por lo que es un insulto grave, un desprecio intolerable y un
agravio insufrible. Salieron en los periódicos, es cierto. Un momentito tan
solo. Y hay que temer que los trenes a Extremadura sean como los celebérrimos
soterramientos de Valladolid o Murcia, víctimas de una fatalidad sobrenatural
que da casi más angustia que rabia.
Mientras, en nuestra región nororiental más insatisfecha, la
que se siente tan maltratada que exige cariño a base de golpes de Estado, se
transita que es un primor en trayectos que se contabilizan en minutos entre las
cuatro capitales de provincia, todas ellas conectadas por tren de Alta
Velocidad Española. Los extremeños arrancaban aquel día mediante pago con sus
pocos dineros del viaje a Madrid unas pocas imágenes en veinte segundos de
televisión y cuatro fotos y pocas líneas de texto en los periódicos. Llevamos
al menos un año en el que los medios de comunicación no hablan de otra región
española que de Cataluña. Lo hacen para pedir comprensión al delito, ayudas,
dinero y sobre todo para exigir un trato especial. El privilegio demandado
llega al extremo de pedirse impunidad para los criminales que han dado el golpe
de Estado y anuncian otro. Esto sucedió horas después de que la vicepresidente
del Gobierno anunciara «medidas de apoyo para la marca Barcelona». Todo ello
días, semanas después del cuponazo maravilloso que se llevó el País Vasco
porque Rajoy se quiere llevar bien con el PNV y no vamos a discutir por mil o
dos mil millones. Que las traviesas de madera de las vías férreas extremeñas
aún aguantan unas cuantas legislaturas. No se desencaje nadie de ira en
Extremadura. Que antes hay que pagar el encaje permanente de chantajistas,
ventajistas y plañideras.
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