CHOQUE FRONTAL POR LA INMIGRACIÓN ENTRE BERLÍN Y BUDAPEST
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Sábado, 24.02.18
«No vemos a los musulmanes como refugiados, sino como
invasores», dice Orban
La mayor amenaza de voladura de la Unión Europea está en la
inmigración, muy por delante de cualquier otro de los problemas comunes. Hay
dos posiciones ya irreconciliables. Algunos países de Europa occidental,
Alemania a la cabeza, tienen unos gobernantes que se declaran decididos a
cambiar la composición social, cultural y étnica de las sociedades que
gobiernan a través de la inmigración. Otros, cada vez más y especialmente en el
este, plantean un rechazo frontal a dicha inmigración. Cuentan para ello con un
respaldo masivo de sus respectivas poblaciones. «Si esto sigue así, el islam
pronto será mayoría y Occidente se hundirá», dijo Viktor Orban en vísperas del
Consejo Europeo de ayer. Ha llamado a una alianza para parar los pies a
«quienes quieren destruir los estados nacionales europeos por medio de la
inmigración». «Nosotros no vemos a los musulmanes como refugiados sino como
invasores».
AFP Merkel habla con
Orban, ayer en la cumbre de Bruselas
Hungría anunció –entre cifras de éxito como un crecimiento
del 4,8% y un paro por debajo del 4%– que su índice de fecundidad, que llegó a
estar en 1,2, ha subido al 1,5 gracias a la política de familia cuyo objetivo
es superar el 2,1% para lograr una pirámide de población estable.
La negativa a aceptar refugiados e inmigrantes ilegales no
es negociable. Se lo ha recordado el ministro de Exteriores polaco, Konrad
Szymanski, a Angela Merkel que había dicho ante el Bundestag que el dinero
europeo debía repartirse considerando la disposición a aceptar inmigrantes.
Szymanski advierte de que si la UE intentara por mayoría en el Consejo Europeo
imponer cuotas de refugiados o condicionar las ayudas financieras estipuladas
«podría llevar a una grave crisis política con muy serias consecuencias para la
unidad de la Unión».
El rechazo a la inmigración ilegal aumenta sin cesar en
todos los países europeos. En muchos causa profundos cambios políticos. También
en Alemania. El agónico proceso de formación del gobierno alemán desde
septiembre se debe a la irrupción en el Bundestag de la Alternativa por
Alemania (AFD) surgido de la deriva de Merkel hacia la izquierda pero ante todo
del rechazo a una política de inmigración con efectos traumáticos. En otros
países pasa otro tanto. Es fenómeno general que las elites políticas defienden
una política de inmigración que las poblaciones no respaldan.
Una amenaza «existencial»
Al frente de rechazo a la inmigración del grupo de Visegrado
(Polonia, Hungría, Chequia y Eslovaquia) se ha unido Austria y podría hacerlo
Italia si gana allí una mayoría de la derecha en las inminentes elecciones.
Viena plantea su negativa como una cuestión de supervivencia nacional que es
prioridad suprema muy por encima incluso de la pertenencia a la Unión Europea.
La imposición de esas cuotas de refugiados a todos los
países miembros por parte de la UE, tal como pretenden tanto la Comisión
Europea como el Gobierno de Berlín, se considera en Varsovia como en Budapest,
pero también en Praga y Bratislava, como una amenaza existencial a la nación,
la cultura nacional y su soberanía y forma de vida. A la que están dispuestos a
hacer frente como en su día lo hicieron con invasiones de enemigos externos.
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