HISTORIA ALEMANA DE DOS MUSULMANES
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Martes, 20.02.18
Razones para que el AfD sea ya el segundo partido en
Alemania
LA manifestación del sábado en Berlín estaba anunciada y era
legal. Convocada por mujeres contra la violencia sexual y por una mayor
seguridad. Pocos pueden estar en desacuerdo con estos lemas porque la seguridad
en las ciudades de Alemania ha colapsado. Sobre todo para las mujeres. Ya no se
ven mujeres solas por la noche en el metro o en trenes. Hasta en pueblos en los
que no se cerraban las casas ya no están cómodas las mujeres si han de salir
después de anochecer. Los medios apenas hablan de ello. Salvo si no hay más
remedio en algún suceso concreto, no dicen que los agresores son extranjeros. Y
lo son en su inmensa mayoría. Mucho menos informan si son, como muchas veces
son, refugiados llegados después de que Angela Merkel abriera las fronteras en
septiembre de 2015.
La manifestación sumaba algo más de mil mujeres cuando le
salieron al paso decenas de jóvenes con atuendos negros de la «antifa» de
extrema izquierda. Acompañados por unos políticos, dirigentes de Los Verdes y
de Die Linke, para sabotear la manifestación de «mujeres fascistas». Según
ellos, la protesta contra las agresiones sexuales aludía a sus autores
inmigrantes. Luego era una «manifestación xenófoba e islamófoba. La
ultraizquierda ganó. La Policía no protegió a la manifestación autorizada de
mujeres frente al sabotaje de la violenta contramanifestación porque en esta
había parlamentarios. Hay más razones. Convocaba la manifestación Leila Bilge,
una inmigrante kurda y musulmana combativa. Si fuera de izquierdas o islamista
estaría a diario en todas las televisiones y galas oficiales.
Pero Leila Bilge es miembro de Alternativa por Alemania
(AfD), un partido derechista que ha pasado a ocupar todo el espacio político
que ha abandonado la CDU de Angela Merkel, en su deriva a la izquierda. Merkel,
la izquierda y casi todos los medios tachan de «nazis», «ultraderechistas» y
«xenófobos» a los militantes del AfD. Incluso a la kurda y musulmana Leila
Bilge u otros inmigrantes de este partido. Que es legal. Que es de derechas.
Que es democrático en funcionamiento, estatutos y objetivos. Que tiene 93
escaños en el Bundestag. Y que es desde ayer, según los sondeos, el segundo
partido de Alemania, ya por encima del histórico SPD. La Policía y los medios
ayudan a la «ultraizquierda» y atacan a la «ultraderecha». Pero la terca
realidad es que las alemanas temen por su seguridad. No van a manifestaciones
con la AfD. Muchas por miedo a ser tachadas de nazis. Pero ejercen su voto
secreto. Como en septiembre. Como en los sondeos que ya han hecho del AfD el
segundo partido de Alemania.
Mientras la musulmana Bilge que exige legalidad y seguridad
es agredida impunemente por izquierdistas en presencia de la Policía, otro
musulmán, el sirio Ahmad A. ante las cámaras de SpiegelTV se declara feliz de
estar en Alemania. Con sus dos mujeres y sus siete hijos está cómodo en la casa
que le han dado. Pero advierte de que tendrán que ampliarla si trae otras dos
mujeres hasta las cuatro que le permite su ley. ¿Bigamia, poligamia? Dice que a
él no le afectan las leyes alemanas, solo la sharía. Tendrá los hijos que diga
Alá, «veinte o más», dice con desenfado. Es refugiado pese a no cumplir las
condiciones. Llegado por muchos países sin guerra. Estuvo en Grecia, Francia y
Dinamarca. Pero quería Alemania. No buscaba seguridad. Esa la habría tenido en
esos países. Quería las subvenciones. Ah, y dice que no piensa aprender alemán
ni trabajar, que prefiere quedarse con los niños. Que con el dinero que recibe
por ellos no lo necesita. Mientras, los trabajadores alemanes sufren dramáticos
recortes en prestaciones y los servicios municipales se deterioran sin parar.
Pregunten los sesudos analistas que cómo es posible el cada vez mayor éxito del
AfD.
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