LA TIRANÍA DE LA MUGRE
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
02.02.18
Un coro mediático compacto impide la información libre y
promueve la propaganda
EL presidente Donald Trump pronunció un discurso sobre el
estado de la Unión que, según un primer sondeo de la cadena CBS, nada
sospechosa de serle favorable, mereció la aprobación del 75% por los
norteamericanos y emocionó al 65% de ellos. No está mal. Imaginen que dos
tercios de los españoles se emocionan con Mariano Rajoy. Sería noticia. Pues
poco se ha dicho aquí del discurso de Washington. Precisamente por eso. Porque
fue sólido, emocionante y sin histrionismo. Eso no sirve para la caricatura
ridiculizante, única forma de tratar todo lo relacionado con él. La información
sobre Trump suele ser más ridícula de lo que nunca pueda ser Trump. Muchos
medios enloquecieron en EE.UU. al coger como prioridad suprema su destrucción
como presidente y persona. Han perdido credibilidad a chorros.
La mera resistencia ante tan masiva operación de acoso y
derribo aumenta su prestigio entre los suyos. Son los medios los que sufren.
Cada día sin acabar con él es un fracaso. En Europa se ha hecho seguidismo de
los peores enemigos de Trump. Y en España eso ha alcanzado, cómo no, niveles
esperpénticos. Hasta el último mequetrefe da lecciones al «magnate». Como no se
trata de informar sino de desacreditar al personaje, nadie entendió nada. Ni
por qué pudo ganar y ni por qué no es depuesto como se anuncia a diario.
La dominación total del escenario por un coro mediático
compacto impide la información libre y promueve la propaganda. Que es lo que
consumimos sin cesar. Sin necesidad de obediencias perrunas como en el
periodismo catalán, la pluralidad es ilusoria. En España hay alegre camaradería
de quienes no se pisan la manguera desde la extrema izquierda hasta los voceros
del Gobierno. Ayer los omnipresentes portavoces mediáticos extraoficiales de La
Moncloa desmentían en coro que existiera un «plan Moncloa» como sugerían medios
cercanos al fantasma de Bruselas.
De repente los golpistas más golpistas, la Esquerra
Republicana (ERC) de Junqueras y del Rufián del tuit de las monedas es la parte
moderada de un separatismo que, como repiten las cacatúas televisivas «es
perfectamente legitimo». ¿Golpismo legítimo? Ahora que, dicen, «ha triunfado
Moncloa» y se acaba la vía unilateral, hay que pensar en ser generosos. Hay que
salvar a los separatistas. Ya se oyen advertencias sobre los peligros del
centralismo y el nacionalismo español.
El consenso mediático sirve para un roto y un descosido.
Para tapar los fracasos de la vicepresidenta, para ensañarse con Julián Muñoz
donde se protegía a Bolinaga, para defender la Ley de Memoria Histórica y
denigrar a quien la critica, para justificar el saqueo fiscal o el cupo vasco y
descalificar o rehabilitar a quien convenga. Periodismo de consenso mediático o
la tiranía de la mugre. La extrema izquierda y Casals, el pastel publicitario,
Ferreras y el madridismo, Roures, el duopolio y el separatismo, Godó y el
gobierno de las licencias y sinergias tertulianas. En EE.UU., el «accidente
Trump» ha quebrado ya esa costra de mugre de intereses que supone el tramposo
consenso mediático izquierdista que protegió a Obama y Clinton en todos sus
desmanes. Aquí hace falta que suceda. Tanto como respirar.
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