TODOS ATACAN A ORBAN, QUIEN A SU VEZ CARGA CONTRA SOROS
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Budapest
ABC Sábado, 07.04.18
Elecciones en Hungría
Elecciones en Hungría
El presidente húngaro se presenta como el defensor de la
nación frente a la UE
6.220 solicitudes de asilo recibió Hungría en 2017, una cifra muy inferior a las recibidas en 2015, cuyo número ascendió a 177.135, la gran mayoría procedentes de ciudadanos afganos y sirios
«Todos contra Orban» es el único lema en el que es capaz de
ponerse de acuerdo una oposición húngara totalmente fragmentada de cara a las
elecciones del próximo domingo. Tan superada se ha visto la variopinta
oposición por las mayorías logradas por el partido Fidesz del primer ministro
Viktor Orban que hace un año hubo hasta sondeos para una cooperación electoral
entre el partido ultraderechista Jobbik y los socialistas del MSZP. La cosa
quedó en nada. Y hoy esos dos partidos son los que a mucha distancia siguen a
Fidesz en los sondeos, Jobbik como segunda y el MSZP como tercera fuerza más
votada.
Después vienen los Verdes, una escisión socialista y otros
grupúsculos, la mayoría sin esperanzas de representación parlamentaria. Los 199
escaños se eligen por sistema mixto de circunscripción y lista. Dependerá mucho
también de la participación que Orban pueda hacerse otra vez con una mayoría de
dos tercios que estos últimos días parecía lejana.
El partido de Orban se presenta en alianza con los
democristianos del KDNP con el que gobierna desde 2010 con mayoría absoluta; es
más, tuvo mayoría de dos tercios que perdió después por un escaño que no
renovó. Ahora la estrategia del poder es clara y se basa toda ella en la figura
de Viktor Orban. Él es el artífice de una mejora económica incuestionable de
los pasados años. Pero ante todo es el defensor de la nación frente al
exterior, frente a una Unión Europea que quiere inundar de refugiados este país
como todos los demás. Y los aliados de esos intentos de Bruselas de imponer
también en Hungría una sociedad multicultural cargada de conflictividad como la
alemana, francesa o inglesa. De cuyos problemas con los inmigrantes y
refugiados se informa en los medios húngaros desde luego con más detalle que en
los países afectados. Y se apela al miedo sin complejos ni pudor en lo que
Fidesz presenta en su propaganda como la advertencia para que el pueblo húngaro
no caiga en la trampa de ese «mundialismo» que se propone eliminar las naciones
liquidando sus señas de identidad, tradiciones y esencia.
El partido gobernante presenta a la muy variada oposición
como «las fuerzas de George Soros», el gran magnate y multimillonario
especulador de origen húngaro que financia una campaña mundial permanente en
favor de fuerzas de izquierda, de los mensajes del multiculturalismo y la promoción
de la inmigración en todas sus facetas. Soros, de origen húngaro, es el enemigo
mortal de Orban. El Gobierno Orban combate a la multitud de ONG de Soros que
proliferan para combatir al presidente y desprestigiar dentro y fuera de
Hungría la política actual del ejecutivo húngaro. Esto le ha costado muchas
veces reprimendas y condenas de instancias europeas o de los diversos comités
de la ONU. Pero el gobierno siempre ha respondido que las ONG financiadas por
el exterior no están legitimadas para intervenir en la vida política húngara.
También las denuncias de dichos comités de que la agitación contra la
inmigración en Europa es xenofobia han sido siempre rechazadas por Budapest.
Orban es hoy probablemente el supremo adalid de la defensa
del control fronterizo europeo y advierte sin cesar que sin ese control Europa
como sociedad libre y abierta morirá en plazo breve. De ahí que a nadie extrañe
el panfleto electoral en el que vienen enfrentados en contraste
de colores las fuerzas de Soros sobre fondo gris oscuro y las de Viktor Orban
sobre cálido fondo color tierra.
Una Hungría húngara
En él se advierte de que las fuerzas de Soros, es decir toda
la oposición desde la izquierda a la extrema derecha como «tontos útiles»,
eliminarían la valla fronteriza de llegar al poder, fomentarían la inmigración
y alojarían a los inmigrantes y refugiados en las casas de las ciudades
y pueblos. Y harían de Hungría otro país de inmigración como son los europeos
occidentales, con sus barrios musulmanes y colegios atestados de niños no
húngaros. Por el contrario, «las fuerzas de Viktor Orban –dice el panfleto–,
que fue quien construyó la valla fronteriza contra la inmigración ilegal en
plena crisis en el otoño del 2015, la defenderá como lo hará con la nación ante
cualquier intento de Bruselas o de Merkel de imponerle cuotas de inmigrantes o
refugiados». Orban, continúa el panfleto, «es el garante de que Hungría siga
siendo húngara».
Y de que los colegios húngaros no se parezcan a los
austriacos, alemanes, suecos u holandeses, que se ven en la televisión y que
especialmente en los barrios pobres tienen ya mayorías de niños de inmigrantes.
Precisamente de niños húngaros presume el actual gobierno que asegura haber
subido la tasa de natalidad en cuatro décimas desde que llegó al poder y espera
después de esta legislatura llegar al añorado 2,1 niños por pareja necesarios
para cambiar la tendencia demográfica. Desde luego, cierto es que unos paseos
dan la impresión de que en Budapest hay más jóvenes de origen europeo
embarazadas que en ninguna otra ciudad del continente.
Orban, en la inauguración del monumento conmemorativo de la tragedia de Smolensk, donde murió el expresidente polaco Lech Kaczynski
La oposición solo espera evitar el «rodillo» del partido del
presidente
La extrema derecha de Jobbik, hoy la segunda fuerza en
Hungría, descarta todo pacto con el partido Fidesz del jefe de gobierno Viktor Orban, al que acusa, como hacen también los líderes del Partido Socialista
MSZP, los Verdes y el resto de la oposición, de abuso de poder y del aumento de
la corrupción en todo el país y también en su entorno y familia. Toda la
oposición espera que un debilitamiento de Fidesz permita un mayor control
parlamentario de la acción del gobierno y del dinero público. Ese es el
principal objetivo de la oposición en estas elecciones en las que el vencedor
está claro. El domingo se verá si la percepción de la corrupción tiene
influencia sobre un electorado muy polarizado, pero con Orban como protagonista
absoluto.
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