LA CSU SOLO PODRÍA GOBERNAR SI PACTA CON LA DERECHA RADICAL
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Múnich
ABC Sábado, 13.10.18
Luchas internas Los dos pesos pesados del partido, Markus
Söder y Horst Seehofer se detestan
La depresión se palpa en esta vísperas de las elecciones y
del esperado desastre en el partido en la CSU, la Unión Socialcristiana bávara,
que siempre se ha identificado con Baviera. En un kiosco electoral montado en
el barrio de la Max Vorstadt unos jóvenes de la CSU reparten manzanas con un
último llamamiento, casi desesperado, a votar a la CSU recordando lo bien que
se vive en Baviera, lo inmensamente próspera que de hecho es y las grandes
cosas hechas por este partido símbolo y quintaesencia de lo bávaro. Eso ya es
el reconocimiento de la derrota. Nunca lo habría hecho el legendario líder del
CSU, Franz Josef Strauss, el león político que lo reafirmó en sus abrumadoras
mayorías absolutas. Y lo hizo durante diez años hasta su muerte en el cargo,
allá en 1988, cerca de la Walhalla en el Danubio, literalmente con las botas
puestas, de un infarto poco después de matar un jabalí. Strauss sabía que nadie
vota a nadie por gratitud como ahora pretende su sucesor Markus Söder.
AFP
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Söder, presidente de Baviera; Kurz, canciller austriaco,
y Seehofer, ministro de Interior, en un acto en Múnich
Los tiempos han cambiado mucho. Strauss era Luis XIV en
aquella Baviera de las mayorías absolutas del 58%, 60% y 62% de los votos. Ahora
el presidente Söder comparte una bicefalia en la práctica con el ministro
federal del Interior, Horst Seehofer. Se detestan y ambos han intentado por
separado y muchas veces enfrentados evitar que en Baviera se percibiera la
deriva hacia la izquierda que había comenzado Angela Merkel en Berlín ya cuando
llegó a la cancillería. La CSU se presenta como un partido militantemente
católico, fiel a la doctrina social de la Iglesia pero cultural y políticamente
netamente de derechas. A su derecha no había nada. Un intento extremista hace
treinta años llevó a los «Republicanos» fugazmente cerca del 3%. Ahora es otra
cosa, ahora hay un partido que se llama Alternativa para Alemania (AfD) que ha
surgido a la derecha de la CDU de Merkel y la CSU no ha podido impedirlo.
Tampoco en Baviera. En las elecciones federales irrumpieron en el Bundestag con
94 escaños. En Baviera se espera que sean la tercera fuerza, tras los Verdes
que se benefician del hundimiento de la socialdemocracia del SPD en toda
Alemania. AfD ha llegado para quedarse. Y aunque la estrategia de la CDU de
Merkel sigue en rechazar todo contacto con AfD y tacharlo de extremista y nazi,
en su partido ya hay voces que plantean que tarde o temprano, la derecha solo
podrá gobernar en coalición. Ante la imposibilidad de coaligar con AfD, la CSU
que seguirá siendo el más votado podría quedar en la oposición. Con el AfD.
La CSU tuvo siempre un papel destacado en impedir un partido
a la derecha de los democristianos. Aun desde los tiempos del combativo
Strauss, cuya retórica hoy le situaría directamente en el AfD. Hasta que llegó
Merkel y sobre todo, hasta que la canciller tomó aquella decisión el 4 de
septiembre de 2015 que habría de suponer un terremoto social y cultural en
Alemania y que cambiaría la historia alemana y la europea. Aquel día y bajo la
impresión de la situación creada por decenas de miles de refugiados que
llegaban por los Balcanes a Hungría, Merkel anunciaba que las fronteras
alemanas quedaban abiertas para todos los refugiados que lo quisieran. Aun se
escribirán muchos libros sobre aquella decisión y el conjunto de factores que
llevaron a Merkel a una acción humanitaria que se aplaudió mucho sin haberse
calculado sus consecuencias. Cuando las fronteras bávaras y sus pueblos y
ciudades se vieron inundadas por inmigrantes la cultura del «welcome refugees»
dio paso a una conmoción cultural cuyas consecuencias se expanden ya por todo
el continente. Y en Baviera han sido definitivas para este cambio de era.
Leal a la Constitución
La CSU aun sacó en las pasadas elecciones un 47,7%,
suficiente para la mayoría absoluta. Ya está claro que ha sido la última vez.
¿Qué esperan ustedes para el domingo? La que reparte las manzanas y parece
mandar contesta con un escueto «lo que dice la prensa, que hay que esperar». Lo
que dice la prensa es que puede esperarse que el domingo la CSU caiga hasta al
33%. Es decir, que llegue ese fin de época. «La CSU es Baviera y Baviera es la
CSU» se decía hasta hace pocos años y a nadie sorprendía demasiado esa
afirmación tan peculiar en una democracia europea. Y no es para menos. Mucho
más que a PNV o CiU con sus respectivas regiones españolas aunque siempre haya
sido la CSU un partido alemán y leal a la constitución. Desde el 21 de
diciembre de 1946 hasta hoy, solo hubo tres años entre 1954 y 1957 un jefe de
gobierno socialdemócrata, que dirigió un gobierno cuatripartito. Baviera ha
tenido más continuidad política que ningún régimen democrático o no en Europa.
Lo único seguro antes de conocer los resultados de este domingo es que esa era
se ha acabado. Como hace exactamente cien años se hundía en 1918 en los
tumultos revolucionarios la monarquía de los Wittelsbach.
Schäuble sugiere una pronta retirada de Angela Merkel
Wolfgang Schäuble, presidente del Bundestag y desde hace
lustros el hombre más influyente en el partido después del canciller Helmut
Kohl y después de Angela Merkel, se ha unido al coro que sugiere, otros lo
reclaman abiertamente, que Merkel podría iniciar su retirada si se consuman los
duros reveses que se esperan en dos elecciones, las de Baviera mañana y las del
estado de Hesse el día 28 de octubre. En quince días la CDU/CSU puede sufrir
dos monumentales batacazos acompañados del hundimiento de su compañero en la
gran coalición, el SPD. Si fuera así, ha dicho Schäuble, es posible que la
canciller no se presente a renovar la presidencia del partido. Y su posición
como canciller quedaría muy debilitada. Dice Schäuble, con razón, que Merkel
tiene aun más popularidad que muchos gobernantes europeos.
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