The Unending Gift

martes, agosto 27, 2013

LOS PUENTES DEL CENTRO

Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 27.08.13

Con ellos, los agresores de los extremos dejan de ser una amenaza. La necesidad es tan evidente como la urgencia

ANTE la agresión a un candidato por parte de unos grupos de extrema izquierda todos los partidos democráticos han mostrado su solidaridad con el agredido. Tranquilos, que no hablamos de España. Aquí hoy no puede ser. Se dio durante casi veinte años. Ya no es así. Lejos queda, más allá de aquel proyecto perverso y tan carísimo para la convivencia en España que fue el Pacto del Tinell, como ensayo para la incalificable estrategia de revancha de Rodríguez Zapatero en toda España. La antes citada envidiable reacción se produjo en Alemania estos días. Fue tras un ataque al presidente del nuevo partido contra el euro, «Alternativa por Alemania (AfD) durante un mitin en la ciudad hanseática de Bremen. Ocho encapuchados asaltaron la tribuna y tiraron al suelo a empujones a Bernd Lucke. Policía y seguidores lograron detener a tres que fueron identificados como miembros de grupúsculos de extrema izquierda de la ciudad. Prácticamente al mismo tiempo se producía en Berlín una manifestación de neonazis. En un barrio obrero muy deprimido ha tenido la alcaldía la muy infeliz idea de abrir un inmenso centro de residencia para solicitantes de asilo político. Todos coinciden en que es un error grave un centro tan grande en un barrio tan difícil como es Hellersdorf. Y muchos expertos ya advirtieron que la extrema derecha no dejaría escapar esta ocasión de pescar en río revuelto. Así ha sido y el partido neonazi NPD se ha querido erigir en el único portavoz de la hostilidad de gran parte de la población del barrio al centro de refugiados. Y sin embargo y pese a la buena oportunidad que esta situación les supone, los ultraderechistas no logran que se sumen a sus manifestaciones gentes del barrio por mucho que se opongan al centro de asilo. Pues esto se debe a esa misma actitud a la que nos referíamos al comentar la condena unánime de la agresión al presidente del partido AfD. La firmeza y la unión en el rechazo común a las agresiones de los ultras de izquierda y derecha es una asignatura que desde hace veinte años, desde los graves acontecimientos después de la unificación alemana, se han aprendido muy bien los partidos democráticos. Saben que esta necesaria actitud no admite excepciones. AdF fue creado por miembros desencantados de la derecha que son contrarios al euro con los países europeos meridionales. Este partido es un competidor directo de la CDU de Angela Merkel y los liberales que forman coalición con ella. AfD no goza de las simpatías de nadie en el espectro político alemán. Y sin embargo todos le han mostrado el apoyo en el instante en que su líder era agredido. Estos dos hechos protagonizados por la ultraderecha e ultraizquierda, muestran una salud básica de la sociedad alemana, que sin duda puede atribuirse como mérito a los partidos democráticos. Ahora mirémonos nosotros con vergüenza y veamos los escombros del consenso. La iniciativa de buscar una alianza de los socialistas con el extremismo, ETA incluida, contra el otro gran partido la tomó Zapatero. Hoy este gobernante felón ha desaparecido. Su herencia es toda nefasta, pero su peor legado es la recreación de unos españoles divididos como en los años de la Guerra Civil, la reactivación de la hostilidad entre dos Españas. Amenaza con dinamitar la convivencia. Y también con hacer imposibles los cambios que España necesita para sobrevivir como Estado desarrollado competitivo. Ha de ser enterrado cuanto antes. La lección es fácil. Con los puentes tendidos en el centro los agresores de los extremos dejan de ser una amenaza. La necesidad es tan evidente como la urgencia. Se requiere honradez. Y algo de coraje.


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