The Unending Gift

domingo, agosto 18, 2013

PEDOFILIA "PROGRESISTA"

Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 13.08.13

Como culto a la transgresión y mitificación del totalitarismo exterior, el sesentayochismo tuvo efectos nefastos en la sociedad

ANTE las elecciones federales que se celebran en Alemania el 22 de septiembre, ciertas fuerzas de izquierdas intentan aun hoy desesperadamente convertir en gran cuestión electoral el espionaje del amigo americano. Con las últimas revelaciones del analista informático de la NSA Edward Snowden que afectan sobre todo a Alemania, se intenta influir en estas elecciones. Además de generar una brecha entre Berlín y Washington, objetivo siempre prioritario de esos oscuros movimientos como Wikileaks de Julian Assange. En Alemania sus efectos son menores. Por mucho que en España se exageren sin cesar. La opinión pública alemana se escandaliza poco por los eventuales abusos de unos sistemas de vigilancia informática que, todos reconocen, son de vital importancia para la seguridad común y la lucha antiterrorista.

Y ahora, de repente, estalla una controversia muy distinta, que cautiva el interés y genera una inmensa conmoción. Por el poder que tiene esta otra visita del pasado en Alemania. Un pasado más reciente. Pero también con enorme fuerza traumática. Porque nos recuerda muchos errores y crímenes en las sociedades avanzadas en el nombre sagrado de la libertad. Que estamos pagando. Y porque afecta a una de las cuestiones que más angustian a la sociedad, que es la seguridad de los niños y las agresiones contra ellos. Ciertas investigaciones comenzadas hace años en la Universidad de Gotinga con objeto sociológico y científico se han convertido en una bomba política. Se trataba de estudiar la evolución y efectos del debate radical sobre libertad sexual que comenzó en Alemania Occidental dentro del movimiento del sesentaiocho y que se prolongó, en la ola sociocultural antiautoritaria, ecopacifista y de los Verdes, hasta prácticamente la unificación. En ese debate que surge del culto al «amor libre» y del desprestigio de todo límite a la sexualidad, se defendieron en aquellos años unas causas que la mayoría de sus protagonistas entonces hoy no quieren recordar. Entre ellas, y esta es la clave, la apología y defensa de la pederastia. Espantada leyó la candidata al Bundestag por el liberal FDP, Dagmar Döring, sus propias afirmaciones vanagloriándose de practicar la pederastia como forma suprema de libertad sexual. Hoy dice que todo fue una pose política, que le repugna su posición de entonces cuando era una socialista radical. Pero ya se ha convertido en víctima de esta visita del pasado. Ha renunciado a la candidatura. Ya hay muchos otros que conmocionados por sus propias actitudes pasadas. Ahí está el flamante europarlamentario verde y líder del mayo parisino, Daniel Cohn Bendit, y tantos otros protagonistas e ídolos del movimiento antiautoritario, pacifista, enalteciendo la pederastia como un derecho. El Partido los Verdes demandó oficialmente su legalización hasta 1993. Cómo es posible que tantos defendieran tales aberraciones, preguntan muchos ahora. También se defendían otras. Como a la banda terrorista de Baader y Meinhof. O un muro y alambre de espino para que no pudieran huir de sus «benefactores» cientos de millones de europeos.

Esta visita del pasado nos revela cuán lejos se llegó en el sesentaiochismo en desafiar al sentido común y en agredir a los cánones y principios civilizatorios. Ni Dios, ni padres ni orden. Prohibido prohibir. Todo sin limites. Mensajes letales para la inteligencia y la convivencia. El sesentaiochismo tuvo un efecto acelerador en el proceso de liberación individual en marcha en las democracias occidentales. Pero como culto a la transgresión en Occidente y mitificación del totalitarismo exterior tuvo efectos nefastos en la sociedad. Y produjo monstruos. Su portadora fue una izquierda que hoy queda estupefacta cuando se le recuerdan algunas de estas aberraciones. Pero se niegan a ver muchas otras que perviven en ella.



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