The Unending Gift

domingo, agosto 18, 2013

JUGAR LA CARTA GEOESTRATÉGICA

Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 17.08.13

En su afán por distinguirse en todo de su antecesor, George W. Bush, que reaccionó tan rápida y drásticamente tras el atentado del 11 de septiembre, el presidente Barack Obama parece tener especial celo en mostrar parsimonia ante la crisis en El Cairo. Pero ya parece que hasta a colaboradores suyos les parece excesivo que, mientras Egipto arde y los muertos se cuentan por centenares, el presidente parezca concentrarse sólo en mejorar su «drive» en Martha’s Vineyard. Disfrutando de los insuperables campos de golf del enclave más exclusivo de multimillonarios que existe en el mundo. Otros se lo toman más en serio. Como el presidente ruso Vladimir Putin que podría haber visto una gran oportunidad de ampliar la influencia rusa en el mundo árabe. Y especialmente en Egipto, que estuvo en la órbita soviética hasta la presidencia de Anwar el Sadat.

El Kremlin ha apoyado al Ejército egipcio. No se ha limitado como Obama a hacer por boca de portavoces una condena superficial de las muertes de los manifestantes. Sin pararse en razones más profundas. Y sin dedicar un minuto a los muertos de las fuerzas de seguridad que son los representantes y defensores del que aún es, al menos sobre el papel, el principal país aliado de EE.UU. en el mundo árabe. Sobre el papel y todavía. Porque se siente traicionado el ejército egipcio, que intervino el 4 de julio a solicitud de grandes masas de egipcios que pedían protección contra la deriva golpista del islamismo de Mursi. Se siente traicionado porque entre hoyo y hoyo de golf, Obama hizo anunciar que se suspendían las maniobras conjuntas egipcio-norteamericanas a celebrar ahora. Con lo que todas las fuerzas islamistas decididas a ir a la guerra contra el Ejército tienen un apoyo psicológico más. Y los defensores del Estado aún aliado de EE.UU. un apoyo menos. El presidente ruso Vladimir Putin, anunció en un medio en inglés, «Independent Egypt», muy respetado por sus fuentes, habría ofrecido su plena disposición a sustituir a las tropas norteamericanas con fuerzas rusas en esas maniobras.

Y desde el Kremlin sólo se oyeron palabras de respeto al Ejército egipcio que estaría luchando por evitar el colapso del orden y la seguridad. Rusia ha demostrado de forma brutal su lealtad a su aliado sirio. Obama no ha sido leal a nadie. Y no lo está siendo ahora. Tan sólo pensar que Egipto pudiera volver a una órbita rusa después de 35 años de leal aliado de Washington produce escalofríos en el sistema de seguridad occidental en todo el mundo. Con Siria, amplia presencia en el Mediterráneo y con Suez, la puerta al Gofo. Si al final, Obama concluye su presidencia con la pérdida total de la influencia norteamericana en Egipto, habrá competido con éxito con el más desgraciado y nefasto presidente norteamericano que se recuerda, el también demócrata Jimmy Carter.




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