REICH RANICKI, BALUARTE MORAL PARA UNA NUEVA ALEMANIA
Por HERMANN TERTSCHABC Jueves, 19.09.13
Todos los partidos rinden homenaje a este desaparecido
patriarca de las letras
La campaña electoral quedó ayer sacudida y dominada por la muerte de un
gigante de la cultura alemana. Marcel Reich Ranicki, el padre de la crítica
alemana murió a los 93 años y generó, cuatro días antes de las elecciones, una
de esas grandes conmociones que se producen cuando los alemanes evocan el
pasado en homenaje de despedida. Es en estos momentos, en los que la Alemania
poderosa actual, que ha entrado en una nueva era, y es la potencia dirigente en
el continente, muestra las razones profundas de un compromiso moral con toda
Europa. Que está muy vigente pese a esa imagen hostil que muchos promueven de
Alemania. Un compromiso que es idéntico en los dos grandes partidos CDU y SPD.
Gobierne uno, el otro o los dos juntos, como por cierto podría volver a pasar
después del domingo.
Reich Ranicki, judío polaco alemán, ahí es
nada, fue la conciencia literaria de Alemania. Pero también fue inexpugnable
baluarte moral frente a quienes después de la guerra pretendieron que todo
había sido un accidente. Todos los partidos mostraron ayer su profundo respeto
a un hombre implacable e insobornable en sus juicios literarios como políticos.
La muerte de Reich Ranicki es una despedida simbólica de los últimos vestigios
de una Alemania que pronto nadie recordará. Cuyo recuerdo forma parte de la
estructura moral de la nación por el compromiso frente a la culpa. Pero cada
vez menos condicionada por los fantasmas del siglo XX.
Se va Reich Ranicki, el último que
recordaba y contaba cómo las juventudes hitlerianas recitaban en coro a
Hölderlin. Reich Ranicki había sido deportado con su familia de su Berlín natal
a Polonia. Allí años más tarde encerrado en el gueto de Varsovia. Todos sus
seres queridos gaseados y quemados en los hornos. Y él se presentó en Alemania
cuando el régimen comunista polaco comenzó su política antisemita con Gomulka.
Volvió a la tierra de su amada cultura y de los asesinos de sus padres.
¿Poesía tras
Auschwitz?
¿Se podía o no volver a leer y amar a
Hölderlin después de aquello? ¿Era posible la poesía después de Auschwitz, como
preguntó en su día Theodor Adorno? Ranicki vio deportar a sus padres y toda su
familia hacia las cámaras de gas. Y sobrevivió milagrosamente para ser testigo
y juez en la resurrección de una cultura alemana, emergida literalmente de las
cenizas que salían sin cesar de las chimeneas de los campos y cubrieron los
bosques de Europa oriental.
Es un fenómeno, un destino profundamente alemán. el de este niño judío
polaco, enamorado de la cultura alemana, predestinado a morir en los campos de
exterminio nazis alemanes, se convirtiera décadas después en conciencia
furibunda, lúcida y aguda de su literatura y el señor indiscutible de la
crítica, también de la moral. Desde el Frankfurter Allgemeine con su «Vida
Literaria » y en Televisión con el « Cuarteto Literario», Reich Ranicki, marcó
decisivamente la conciencia alemana, su visión de Europa hoy y de sí mismos.
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