CONTRA EL FRACASO
Por HERMANN TERTSCHABC Viernes, 06.12.13
La única razón noble y verdadera, viable en la paz, está con
la Constitución
A Teo Uriarte no le quisieron publicar su libro en la casa
editorial de Barcelona. Porque «su opinión podría molestar», le dijeron. Habían
entendido bien el mensaje del libro titulado «Tiempo de canallas». Y se habían
sentido aludidos. Porque habla del terror y el crimen, pero también de los
nacionalismos, la industria transformadora de ambos.
Hay, entre los diversos enemigos de España y de la
Constitución, que hoy cumple 35 años, grandes sinergias. Y son muy eficaces en
impedir la difusión y promoción de todo mensaje que pueda cuestionarlo. Estamos
en «tiempos de canallas». Así podría titularse un estudio general sobre la
España actual. Y no porque haya más canallas hoy aquí que en otras partes del
mundo. Sino por su forma de triunfar. Sin contestación. Con el entorno más
amable que para un enemigo pueda generar una sociedad atacada. Han fracasado en
España todos los mecanismos de protección, todos los filtros frente a la maldad
y la necedad, a la mala fe y a la ignorancia. Y no ha habido calidad de
resistencia. Porque entre el egoísmo y la cobardía, tanto monta, nadie ha
cumplido con su deber. Nadie ha sabido estar a la altura que las circunstancias
exigían. Ahí han quedado expuestas vergonzantemente en su fracaso unas elites
mediocres y mezquinas. Que no es la obscena espuma ostentosa de la riqueza
especulativa ni a la legión de falsarios que medra siempre en la España tan
tramposa como pretenciosa. Sino a quienes creíamos con posición, condición,
formación y criterio para asumir el liderazgo en una sociedad moderna. Y que
han resultado tan cobardes, ineptos y oportunistas como lo ha sido la clase
política, casi sin excepciones.
Parte del paisaje es también esa depresión de las menguantes
clases medias, sin espíritu ni fuerzas. Como el encanallamiento virulento de
parte de la juventud. Y el cinismo disfrazado de inteligente resignación o,
peor aún, de tolerancia. Gran invento el de la permisividad magnífica que se
convierte en impunidad incuestionable y universal para sus generosos
promotores. Hay otro título literario que nos cuadra. Éste, del checo Pavel
Kohout, es apropiado para estas semanas y meses que nos toca vivir. De «la hora
estelar de los asesinos» nos habla en una historia sobre crímenes e
impunidades. Tiempos terribles en los que los monstruos son vecinos. Y todos
somos iguales. En los que tenemos que respetar lo más infame para que se nos
respete. En los que ha colapsado el nivel de exigencia de «tiempos normales»
entre seres adultos con ética y responsabilidad, con compasión y razón. Como
gran colofón del permanente desfile de monstruos y miserables por nuestra
realidad nacional hemos logrado lo jamás visto en ningún país civilizado que es
sacar a la pasarela a los asesinos múltiples, terroristas más sanguinarios y
campeones de la violación. Y no ha habido, ni siquiera en este horror, masa
crítica de protesta.
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