EL PRESTIGIO DE ETA
Por HERMANN TERTSCHABC Martes, 21.01.14
Ya no necesitan el grito de «ETA, mátalos», les sobra con el
mucho más eficaz de «sabemos dónde vives»
ES cierto que el asunto en sí, que es ETA, sus objetivos y
recursos, no tiene ninguna gracia. Pero sí son de risa muchas de las reacciones
que suscita la banda, tanto entre sus cómplices como sus compañeros de viaje o
sus enemigos. Como cómplices de la banda terrorista se puede considerar a
aquellos que creen tener objetivos comunes con ella. A los que tienen o han
compartido intereses tácticos o estratégicos con los terroristas. Aunque no les
gustara que mataran. Sus enemigos fundamentales son todos los que buscan una
derrota incondicional de los terroristas y de sus objetivos. Que creen en una
España unida y plural y exigen por ello el fin del permanente acoso político,
educativo, cultural y mediático del nacionalismo contra la Constitución, del
que ETA ha sido vanguardia durante medio siglo. Y quiere seguir siéndolo. Es
obvio que la pujanza de todos los nacionalismos antiespañoles y los
planteamientos independentistas actuales serían una absoluta y ridícula quimera
de no haber existido ETA. Cierto es que a la lamentable situación actual han
ayudado todo el espectro político español y las propias instituciones. Con
cotas de tolerancia hacia los desafíos al Estado de Derecho y la Constitución
que en cualquier otro país europeo habrían sido impensables y por lo demás
delictivos. Risa producen estas reacciones escandalizadas cuando se valoran los
pasos dados por ETA desde que anunció que, a la vista de los acuerdos
alcanzados con el Gobierno de Zapatero, había dejado de tener necesidad de
matarnos para lograr sus objetivos. Con esa proclamación, ETA recuperó de golpe
su pleno prestigio en la izquierda española. No habría de necesitar más, ni
arrepentirse, ni lamentar el daño, ni condenar, ni distanciarse de ETA ni mucho
menos colaborar con la Justicia a esclarecer los casos pendientes. ¡A dónde
íbamos a ir a parar, exigirles esas cosas a los etarras que volvían al seno de
la familia política progresista tras años de rabia y confusión moral! Ahora se
sorprenden algunos ante la noticia de que las organizaciones de ETA, Sortu,
Bildu, también lo es Amaiur, van a incorporar etarras a sus listas para cargos
políticos. Son los mismos que desde derecha e izquierda aplauden a este
ministro del Interior cuando dice que los etarras están acabados por ser
liberados con violadores, que el aquelarre de Durango era inevitable, que
Zapatero no hizo concesiones a ETA o incluso que Bolinaga se nos muere.
Aplauden y no se ríen como debieran. Por supuesto que ETA va a incorporar a sus
asesinos a las listas de sus organizaciones porque les dan el lustre. Y porque
dejan claro que son ellos. Los combatientes dan prestigio a las listas.
Incorporan la épica a la política. Tienen el valor añadido de la fuerza armada,
el argumento de la lucha que impone. O intimida, da igual. Se incorporan los
excombatientes al poder popular que se extiende como una mancha de aceite. Y
tienen ese prestigio y esa legitimidad añadida que dan las hazañas bélicas.
Será un argumento de peso para las jóvenes generaciones formadas en el odio y
el victimismo y en la narrativa de la «guerra con España». Frente a los
peneuvistas, «esos que jamás han sufrido», estarán las biografías heroicas,
cuantos más muertos mejor. Kubati ya está lanzado al estrellato, cuentan. El
prestigio de los asesinos en ciertos sectores de la sociedad vasca será menor.
Pero verán cómo se les ataca poco. Porque no usan las armas, pero no están
desarmados. Todos saben que llegan a todas partes. Y que ya actúan con práctica
impunidad. Ya no necesitan el grito de «ETA, mátalos», les sobra con el mucho
más eficaz de «sabemos dónde vives».
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