DE AGONÍAS DIVERSAS
Por HERMANN TERTSCHABC Martes, 27.05.14
Casi lo peor de esta tragedia es la oportunidad perdida para
dar a España vigor y verdad suficiente para liberarse de sus traumas, lastres y
miserias
ES posible que tengan razón los más fieles entendedores de
este Gobierno. Puede que la aparición de ese grupo de ultraizquierda de
Podemos, propiciada por los grandes grupos mediáticos de España, sea un mero
error de cálculo de algunos maquiavelos de medio pelo y flor de un día. Es
posible que el ridículo contenido de su programa, que garantizaría en días el
colapso del orden público, el hundimiento de la economía y los servicios
públicos y una cuarentena internacional, quede como una anécdota más en estos tiempos
convulsos que vivimos en España y Europa. Es posible que la gamberrada de la
circunscripción electoral única en las elecciones europeas quede en eso. Y que
no estemos ante el surgimiento de un Le Pen con coleta en España, que con toda
lógica es de extrema izquierda. En este país, con tanta mentira a cuestas,
hasta los fascistas son de izquierdas. Mientras, en la derecha se esconden
todos, hasta quienes se escinden para cuestionarla. Pero también podría ser que
esos leales entendedores del Gobierno incomprensible se equivoquen. Puede ser
que el final del Partido Socialista como organización hegemónica de la
izquierda española haya entrado en fase avanzada. Que su izquierdismo bajo
Zapatero no fuera mero producto de una despreciable irresponsabilidad personal,
sino el comienzo de una deriva letal. Que se lleva al PSOE al sumidero de la
historia, donde ya está el PSI de Craxi y al que se acerca presto el Pasok de
Papandreu. Rubalcaba se quita de en medio ahora. Da lo mismo. Se va con una
llamada a girar a la izquierda. Impotente porque para él es un estertor. Pero
la obedecerán quienes sean sus sucesores. Para ponerse a correr detrás de los
votantes de Podemos e IU. Que a su vez corren detrás de un líder que firmaría
cualquier acción de gobierno conjunto con Bildu o la propia ETA, con los
hermanos Castro, con ese presidente Nicolás Maduro cuya Policía mata a
estudiantes y viola a detenidas sin que haya queja. Si se añaden los comunistas
de IU y por el extremo opuesto la pequeña izquierda nacional de UPyD, van a ser
muchos para repartirse los despojos de un partido muerto en el desgarro
inevitable de un partido institucional que quiere ser bando en una guerra civil
pendiente. Como había muerto el PCE de la reconciliación. A manos del mismo
verdugo y por la mismas razones: había que ganar la guerra. Ahora ya tienen a
un cuco con coleta que se les ha metido en el nido común de la izquierda. Y
para quien esa guerra no es retórica, sino voluntad clara de someter política,
economía, libertades y democracia a objetivos «superiores». Y vencer, como sea,
las resistencias que se presenten. Por ahí van a ir las mayorías que van a
buscar. Para ganar la guerra.
Mientras, aquí otros hablan de la gran coalición en la que
unos socialistas históricamente responsables dejarían gobernar al bueno de
Mariano. ¿Se lo creerá Mariano? Ya saben, por Europa. Pues miren a Europa. Casi
lo peor de esta tragedia es la oportunidad perdida para hacer en el principio
del siglo XXI lo que no se hizo ni en el XIX ni en el XX, dar a España vigor y
verdad suficiente para liberarse de sus traumas, lastres y miserias. Se podía
haber hecho. Lo que faltó esta vez, a la vista está. Si Europa, cien años
después del comienzo de su hundimiento en el caos y el horror del siglo XX,
corre riesgo de volver a deslizarse hacia el espanto, España parece condenada a
repetir sus particulares infiernos. Con la tragedia añadida de la plena
conciencia de que ahora habrían sido evitables.
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