The Unending Gift

lunes, mayo 26, 2014

MUERE EL GENERAL JARUZELSKI, DICTADOR Y «PATRIOTA» DE LA POLONIA COMUNISTA

Por HERMANN TERTSCH
ABC Lunes, 26.05.14


Salvó sangre polaca y en ningún momento retrasó el fin de la pesadilla comunista

Hombre de contradicciones. Cuatro años de aplicación de la ley marcial le habían demostrado que el sistema estaba acabado.

Casi todos los que le conocían sabían que llevaba gafas oscuras porque la nieve le había quemado los ojos cuando de adolescente, deportado por la Unión Soviética con toda su familia, realizaba trabajos forzados en Siberia. Pero nadie duda de que también le servían para manejar su enorme timidez y ese noble distanciamiento que revelaba su atípica procedencia. Que tanto contrastaba con la campechanía campesina o de toscos funcionarios de tantos líderes de regímenes comunistas con los que tuvo que hacer política a partir del año ochenta. Asumió el papel de villano del odiado sistema comunista en Polonia cuando encabezó la declaración de la ley marcial como respuesta, no polaca, sino soviética, a la fundación y al auge del Sindicato Solidarnosc. Que a la postre sería el fin del sistema comunista en toda Europa y la disolución de la URSS.

En diciembre de 1981 asumió ese protagonismo en una operación clásica de represión del régimen comunista. Como tantas habidas a lo largo de casi medio siglo de dictadura soviética en Europa Central y Oriental. Sí parece claro que Jaruzelski siempre intentó evitar el derramamiento de sangre en su país. Y fue de los primeros en la década de los ochenta en darse cuenta de que el sistema se había agotado. Como me diría a mí años más tarde en uno de sus viajes a España, en 1985 ya sabía que el régimen no tenía arreglo. Los cuatro años desde la imposición de la ley marcial le habían demostrado que el sistema ya era incapaz de generar un mínimo de bienestar para cimentar la más mínima legitimación. «Se había acabado».

Paladín de las reformas

Cuando llega Mijail Gorbachov al poder en el Kremlin, el líder polaco se convierte por ello en un aliado de las reformas propugnadas por el Kremlin y saboteadas en otros países como la RDA, Checoslovaquia o Rumanía. Y es evidente que él había asumido la dirección del régimen y del partido comunista como una obligación militar y en ningún momento se dedicó al medro personal y familiar y al culto de la personalidad como habían hecho todos los dirigentes comunistas que le precedieron sin excepción. Es difícil convencer a muchos polacos de que el viejo general está mucho más cerca del heroísmo que de la villanía. Aunque mucho indica que, de haberse negado a tomar la terrible decisión, los tanques los habría dirigido por las calles polacas el Ejército soviético y no el polaco. Y nadie sabe cómo podría haber terminado aquello con toda la población ya movilizada y decidida, como les había dicho el Papa Juan Pablo II, a no resignarse. Pero pocos piensan que lo hiciera con muchas ganas.

Wojciech Jaruzelski, que murió ayer a los 90 años en Varsovia, no tenía predeterminación ninguna de acabar siendo comunista. Nacido en una familia de la pequeña aristocracia polaca, su familia huyó a Lituania tras el pacto de Hitler y Stalin. Allí fueron finalmente capturados todos los miembros de la familia y los hombres fueron deportados a Siberia donde morirían su padre y un hermano. Con vocación militar temprana, solo los daños impidieron que Jaruzelski estuviera entre los miles de oficiales polacos que Stalin asesinó en los bosques de Katyn. Se sabe que Jaruzelski tuvo intención de unirse al ejército polaco del general Wladislaw Anders, que era anticomunista.

«Patriota polaco»






Pero en 1943 los grupos combatientes ya estaban bajo control del Ejército soviético. Participó en la toma soviética de Varsovia y de Berlín. Después ya escaló en la carrera militar bajo las estructuras soviéticas. Con Jaruzelski muere uno de esos hombres marcados por todas las contradicciones posibles de la larga tragedia de sangre y horror que fue el siglo XX en Europa. Muchos considerarán que llamarle a él «patriota polaco» es un insulto a los muchos que no asumieron jamás compromisos con los invasores del nazismo y el comunismo. Otros piensan que Jaruzelski salvó sangre polaca y en ningún momento retrasó el fin de la pesadilla del sistema comunista.

AFP  Sus últimos días Jaruzeslki con uniforme militar en 1989. El sindicato Solidaridad ya cuestionaba seriamente su liderazgo

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