UNA MINORÍA SENTENCIA LA HISTORIA
Por HERMANN TERTSCHABC Sábado, 13.09.14
La automutilación del Reino Unido es un drama que dañará a
los escoceses y a todos los europeos
Una de
las falacias más majaderas en el «mantra» de la corrección política que ha
impuesto la democracia contemporánea, convertida en religión laica obligatoria,
es esa de que «el pueblo nunca se equivoca» o, casi peor, «el pueblo siempre
tiene razón». En realidad, el pueblo se equivoca constantemente. A veces de
forma dramática. La historia está llena de ejemplos. En Escocia no va a ser el
pueblo el que se equivoque o tenga razón, sea cual sea el resultado del
referéndum sobre la independencia del próximo jueves. Porque al final va a ser
una ridícula minoría de escoceses, quizás tan diminuta que quepa en un campo de
fútbol, la que decida sobre la vida o muerte del Reino Unido, miembro del G7,
uno de los grandes países del mundo y de la historia. Dan igual ya dos puntos
arriba o abajo que den las encuestas.
REUTERS Partidarios
del «sí» en un acto de Salmond en Edimburgo
La sociedad escocesa
está partida en dos. Entre los que quieren seguir siendo la Escocia británica y
quienes quieren dejar de serlo para ser algo diferente. Porque esos
nacionalistas que, con la mitad más uno de los votos, pretenden romper los
lazos de tres siglos que convirtieron a Escocia en lo que es, van a fundar un
nuevo Estado sobre el trauma de la ruptura, que será otra cosa. Porque la
Ilustración Escocesa, referente mundial del pensamiento y la razón, y la edad
de oro de la Escocia británica, poco o nada tendrán que ver con un país pequeño
antibritánico, chovinista, socializante y marginal.
La ridícula aventura
de esta independencia, como todas las nacionalistas en nuestros tiempos, solo
tendrá perdedores. Si gana el «no» porque la ciudadanía queda dividida. Si gana
el «sí» porque la automutilización del Reino Unido es un drama europeo. Cuyos
daños afectarán primero a los escoceses. Pero nos alcanzarán a todos.
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