EL DESMÁN DEMOCRÁTICO
Por HERMANN TERTSCHABC Martes, 04.11.14
La perfecta dictadura llega cuando una jauría indignada aúpa
a unos totalitarios al poder en elecciones de venganza
HACE falta hoy tanto
valor para criticar a la democracia como para criticar a un tirano. Porque en
la actual democracia, inmediata por mediática y por interconexión permanente,
las masas dirigidas a golpe de consigna no toleran que la razón y lo que es más
grave, la ley, cuestione su propia tiranía. Por lo que ley, inteligencia y
razón cada vez juegan un papel menor en la toma de decisiones. Lo estamos
viendo en España con sus dos populismos, el nacionalista y el
ultraizquierdista. Ambos tienen por objetivo arrollar las instituciones y lo
hacen «en nombre de la democracia». Frente a ellos, la democracia debilitada
por la corrupción y los políticos mediocres parece inerme. Dos grandes
intelectuales anglosajones, ambos historiadores, lo hacen en un memorable libro
titulado «Pensando el siglo XX». Es la transcripción de una larga conversación
de dos años que mantuvo Timothy Snyder con Tony Judt mientras este esperaba la
muerte aquejado de «esclerosis lateral amiotrófica» ELA. Snyder y Judt dan por
sentado que la democracia no garantiza una sociedad abierta. Y que la huida de
la política de los individuos de mayor calidad y altura moral hace el deterioro
dramático. Judt dice «tenemos que reconocer que hay sociedades no democráticas
que eran objetivamente menores que estas democracias». Snyder añade, la idea
del imperio de la ley y el constitucionalismo son históricamente y también
éticamente superiores». Lo terrible es que no hay una solución viable a este
deterioro que hace de las sociedades democráticas infantilizadas, carne de
cañón del populismo y de la demagogia recurrente a los lemas más simples y los
más bajos instintos. Lo cierto es que nadie se atreve, a denunciar y debatir
las evidentes y ya muy probadas y peligrosas debilidades de este sistema que
Churchill llamó, probablemente con razón, el menos malo de todos los
existentes. Churchill dijo también que la democracia era ese sistema en el que,
si sonaba el timbre de madrugada, se tenía la certeza de que era el lechero. Y
de hecho eso era así en la época del gran estadista británico, en el que el
mundo se componía de colonias, dictaduras y el Estado de Derecho solo existía
en las pocas democracias y en estados autoritarios.
Hoy todo es más
complicado y tenemos ya muchos sistemas en los que gobierna una mayoría
resultante de las urnas, pero si suena el timbre de madrugada, nunca es el
lechero y siempre la policía política. Países que tienen nominalmente partidos
legales de oposición y campañas electorales, pero en los que el Estado de
Derecho es inexistente. Son los regímenes de esas dictaduras casi ideales en
las que los tiranos dejan votar tranquilamente porque al final, lo que importa
es, como decía Stalin, «quien cuenta esos votos» y eso lo hace el poder. Porque
las instituciones democráticas han sido destruidas, neutralizadas o vaciadas.
Hay países que avanzan ya de nuevo hacia esas «democracias populares»,
eufemismo que ya se utilizó para denominar a las dictaduras de corte soviético.
Ejemplos de ello son repúblicas de Asia Central, lo es también la Rusia de
Vladimir Putin y lo son las repúblicas bolivarianas en las que las
instituciones ya son meros órganos de ratificación y blanqueo de los caprichos
del caudillo y la casta dirigente. Las masas llevan al poder a una minoría
totalitaria. Y ésta desde el poder lleva a cabo unas transformaciones de
instituciones y estructuras, también de propiedad mediática, que al término de
la legislatura hacen imposible una competencia en buena lid. La perfecta
dictadura llega cuando una jauría indignada aúpa a unos totalitarios al poder
en elecciones de venganza y después se convierte en el rebaño de la dictadura
con una oposición testimonial y dividida.
0 comment(s):
Post a comment
<< Home