PODEMOS ESTAR FATAL
Por HERMANN TERTSCHABC Viernes, 31.10.14
Si no hay una reacción, los que han gobernado sin creer en
nada van a ser laminados por los que creen demasiado
NO hace
falta siquiera conocer las intenciones y los planes reales de los líderes de
Podemos, que son las de unos comunistas muy clásicos que hoy no creen aún
conveniente exponerlo, para saber que en los próximos meses España se puede
jugar su destino para un par de generaciones. España se jugará su democracia y
lo que en sectores de ese nuevo movimiento se llamarían las «libertades
burguesas», es decir la libre expresión, el libre movimiento, la libre
asociación, el libre comercio, el libre culto y tantas otras libertades
individuales y civiles que estas fuerzas emergentes quieren ver
convenientemente «matizadas». Lo sabemos por sus padrinos, esos regímenes
latinoamericanos que han tenido a sueldo a la mayoría de los dirigentes de
Podemos y que no por casualidad son algunos de los estados más corruptos del
mundo. Resulta un obsceno sarcasmo que los adalides del movimiento de
indignación ante la corrupción política en España sean gentes que han vivido
del mismo fondo de rapiña oficial del que han salido los aviones privados del
narcotráfico de generales chavistas, las fiestas neoyorquinas de la familia de
Chavez o las compras inmobiliarias multimillonarias en España de potentados del
chavismo.
¿Resulta chocante que
un país del Primer Mundo reaccione como un pueblo primitivo e infantil a la
llamada a la venganza con las únicas perspectivas de futuro realistas del
fracaso, la escasez, mayor corrupción y falta de libertad? No. Pasó en países
más cultos y desarrollados, menos dóciles y más valientes. En realidad, unos
meses bajo estos «leninistas amables» serían instructivos. Una estupenda
lección. Pero poco práctica y muy peligrosa. Porque los comunistas saben llegar
al poder, pero se les da mal dejarlo. Igual que no existe un régimen comunista
que no haya reprimido a los discrepantes y los haya matado cuando lo ha
estimado necesario, no hay ningún régimen comunista que no aspire a
perpetuarse. Y la vocación de Podemos es crear unas condiciones que hagan muy
difícil perder tras una legislatura y absolutamente imposible perder tras la
segunda. Parece por los sondeos que hay millones de españoles deseosos de darle
el poder a Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero para que «limpien» esto, y si
no cumplen con sus promesas de quitarnos a todos de trabajar con un buen sueldo
social con lo que les quiten a los ricos, echarlos dentro de cuatro años. Esas
cuentas no salen.
Si recorren mentalmente la situación de los principales
países miembros, comprenderán que la UE puede no existir en unos años. No hay
mayor necedad que decir que «a estas alturas» no puede pasar esto o aquello.
Porque a estas alturas precisamente, puede pasar cualquier cosa. No estamos en
1934. Pero estamos en 2014 y, en Europa y en el mundo, no se dan señales menos
inquietantes que en aquel remoto año de entreguerras. Que el éxito de unos es
el fracaso de los otros es evidente. Y pocas cosas hay tan claras como el
histórico fracaso político de los dos grandes partidos españoles. La tragedia
que supuso el paso de José Luis Rodríguez Zapatero por la historia de España ha
tenido perfecta continuidad con Mariano Rajoy. No ha habido corrección, ni
regeneración, ni ley, ni autoridad, para lo que había poder y mandato
inequívoco de los españoles. Ahora, si no hay una reacción llena de coraje y
determinación –para muchos no ya improbable sino impensable–, los que han
gobernado sin creer en nada van a ser laminados por los que creen demasiado. Y
los españoles se verán arrollados a la anomalía para décadas.
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