The Unending Gift

domingo, julio 26, 2015

TSIPRAS ACABA CON LA GRECIA LIBERAL Y DE ECONOMÍA DE MERCADO

Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Atenas
ABC  Jueves, 09.07.15

Se agota el tiempo para Grecia  La decepción


El primer ministro griego se apoya cada vez más en la juventud urbana y cultiva un discurso nacionalcomunista

Contra el chantaje de la UE «Estoy preocupada, pero no aguanto más por dignidad. Mejor pobres que esclavos, estaremos mejor con nuestra moneda», dice una joven ateniense

En momentos tan dramáticos y angustiosos, tan trascendentes como los que atraviesa la sociedad griega estos días, las realidades y las fabulaciones se confunden con opiniones y sentimientos hasta generar una cacofonía en la que casi nadie sabe ya qué pensar. En Atenas había ayer gente que decía tener confianza en que habría un acuerdo entre Grecia y el Eurogrupo. En realidad es puro voluntarismo. Nadie quiere creer que la pesadilla es posible. Nadie quiere pensar que ya es hasta probable, al menos para las agencias calificadoras y observadores exteriores, que el lunes Grecia inicie su andadura fuera del euro. Tampoco lo quieren creer los que aún vierten su indignación contra Europa y ya se sienten irritados hasta al ver a periodistas extranjeros por el centro de Atenas. Ya no es infrecuente escuchar proclamas a viva voz de desprecio a Europa y deseos de que se hunda.
El discurso populista ha arraigado. Pero sus mitos no pueden con la terca realidad y los bancos seguían ayer cerrados y lo estarán ya hasta el lunes próximo al menos, pese a todas las rimbombantes promesas del primer ministro Alexis Tsipras y su dimitido ministro Yanis Varufakis. Y dicen que la semana próxima ya no se podrá sacar más que 60 euros a la semana y no al día como hasta ahora. Hoy saldrán a la calle los derrotados del domingo, todos los que creen que la salvación de Grecia está dentro de la Unión Europea y que todos los sacrificios necesarios merecen la pena porque toda alternativa es terrible. Las trincheras entre unos y otros, entre un miedo y el otro, se comenzaron a cavar antes del referéndum. Cada vez son más profundas.

Medidas más concretas
El primer ministro anunció en Atenas que ya estaba en Bruselas su solicitud oficial de un tercer rescate para Grecia. Y que en ella expresa su disposición a medidas fiscales y reformas reales y sostenibles, como reza su lenguaje habitual. Siempre para diferenciar sus medidas de las de la denostada «austeridad», palabra maldita. Aunque nadie informado ignora que las medidas de Tsipras tendrán que ser muy parecidas a las que ha rechazado consistentemente. Hasta llevar a su país en cinco meses adonde nadie creía que habría de llegar. Mañana llegarán a Bruselas esas propuestas, que habrán de ser mucho más concretas de lo habido hasta ahora. Porque lo que la desgraciada cumbre del martes sí ha logrado es generar una certeza de que Grecia está ante el inmediato desenlace del drama que ya se prolonga un lustro.
El anuncio fue bien claro. El viernes se esperan las propuestas del Gobierno griego. Si el domingo el Consejo Europeo no las considera satisfactorias, el lunes comenzará a aplicarse el escenario preparado para la salida de Grecia del euro. Las consecuencias e implicaciones de este desastre para el proceso de unión en Europa aún no están claras para nadie. Pero los devastadores efectos sobre la economía, la sociedad y la vida en Grecia son tan previsibles como terribles. Muchos griegos están profundamente angustiados y atemorizados ante el futuro. Y sin embargo, son muchos lo griegos que se cierran a esta evidencia.
La joven Katerina ante el supermercado dice que prefiere salirse del euro para demostrar a los alemanes que los griegos no se doblegan. Una mujer, Sotiria, pregunta si alguien cree que puede ser peor que lo vivido en estos pasados cinco años. Y nadie le dice que, por supuesto, será muchísimo peor. Pero si algo ha conseguido el populismo de extrema izquierda en este hasta ahora su principal campo de experimentación y éxito en Europa es convencer a la gente de que no tienen nada que perder. Han conseguido que la palabra austeridad sea maldita y en el otrora muy burgués barrio de Exargia, del que radicales y autónomos han expulsado a los vecinos que tenían dinero para irse y no soportar la permanente agitación callejera y acosos ideológicos, no se encuentra a ningún joven que prefiera un plan racional de reformas y reestructuración de acuerdo con la instituciones europeas. Panos: «Yo trabajo en un café. Estaremos mejor fuera del euro, seremos más competitivos». María: «Estoy preocupada pero no aguanto más por dignidad. Mejor pobres que esclavos». Nikos: «Si nos chantajea la UE no queremos pertenecer a ella». Fotis: «Con nuestra propia moneda empezaremos de cero y seremos amos de lo nuestro». Los jóvenes que no iban habitualmente a votar acudieron en masa al referéndum del domingo para mostrar su rabia, su desprecio a Europa y a sus reglas. Pero también su plena identificación con un profundo nacionalismo desde la extrema izquierda que viene a ser un nacionalcomunismo firmemente instalado en la juventud urbana.
Una pareja contempla el atardecer ateniense desde la colina Licabeto

Frente a esta juventud radicalizada, los griegos moderados que aspiran a mantener una sociedad abierta, liberal y con economía de mercado cada vez más desarrollada e integrada en Europa, ven como se hunden todos sus sueños. Y cada vez se hace más posible lo que para ellos es la pesadilla de una Grecia aislada con un régimen izquierdista resentido, hostil a Europa, colectivista y restrictivo en las libertades individuales.

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