EN EL UMBRAL DE LA TRAGEDIA
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Sábado, 28.11.15
Venezuela va a estar en los próximos días en boca de todos.
De repente todos parecen ya tomar conciencia de que aquel país está al borde de
un abismo de violencia y sangre. El próximo día 6 se celebran unas elecciones
que en condiciones democráticas normales darían, nadie lo pone en duda, una
abrumadora mayoría a la oposición con cualificación suficiente para imponer
todos los procesos revocatorios requeridos en la destitución del presidente,
Nicolás Maduro, renovar la Corte Suprema y limpiar instituciones y leyes de sus
condicionantes perversos del régimen socialista. En parte, por cierto,
redactados por comunistas españoles invitados para ello a Venezuela y después a
los demás países de la región que siguieron a la flauta de La Habana lubricada
con petrodólares y carisma del flautista Hugo Chávez. Esos serían los
resultados en unas elecciones limpias que son imposibles. Porque el régimen
está dispuesto a todo fraude, manipulación y coacción para impedir la libre
expresión de los venezolanos. Y mucho ya ha sido aplicado. Con leyes de
excepción, cambio de distritos, compra de votos y coacción masiva. Ninguna, por
supuesto, tan espectacular como las apariciones del propio Maduro en televisión
con advertencias de que el pueblo pagará muy cara una victoria de la oposición.
A esta recomienda el presidente rezar para perder, porque en caso contrario la
violencia sería tal que lamentaría haber ganado. Venezuela está de repente en
boca de todos, después de años en los que se aceptó con inaudita indolencia la
deriva del país hacia una catástrofe perfectamente anunciada.
Es muy probable que estemos en el umbral de trágicos
momentos en Venezuela. Porque cunde el pánico en un régimen disparatado desde
su creación por la impronta despótica de un militar histrión. Entre la casta
dirigente surgida del submundo venezolano al amparo del caudillo, entre los
generales multimillonarios con aviones propios a reacción y haciendas y
mansiones por las islas del Caribe, entre los sicarios que repartían las
migajas del saqueo a los tesoros de la nación. El hampa está al mando y amenaza
al pueblo venezolano, que paga carísima su ceguera, frivolidad e indolencia
pasadas que permitieron que su patria se convirtiera en el principal escenario
para un nuevo ensayo general de la demencia ideológica neocomunista.
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