LOS ATENTADOS DE PARÍS DISPARAN LAS CRÍTICAS CONTRA MERKEL
Por HERMANN
TERTSCH
Enviado Especial a Berlín
ABC Lunes, 16.11.15
La frágil paz interna en la coalición gubernamental
alemana que Angela Merkel pretendía haber reinstaurado el viernes por la
tarde no iba a ser en todo caso muy duradera. Duró mucho menos de lo esperado.
Apenas horas. Era imposible superar el inmenso trauma que ha supuesto para la
sociedad alemana la noche de atentados de París.
Para los alemanes que han visto en los últimos meses
cómo la guerra siria y los refugiados procedentes de la misma
irrumpían en sus vidas personales, familiares y sociales, las matanzas causadas
en la capital francesa por hombres al menos alguno de ellos presuntamente
llegados desde allí han generado una conmoción de la que se está lejos de
salir. Ayer domingo estalló por ello en añicos la paz política en la coalición
con los llamamientos a un cambio radical en la política de la canciller
Angela Merkel.
El mensaje: hasta aquí hemos llegado. Están en juego la
seguridad y las vidas. Por eso hay que intentar reducir el peligro que supone
la afluencia sin control de inmigrantes. Este flujo, que sus adversarios
atribuyen a la política de la propia canciller, genera inmensos problemas
internos, renueva y fortalece continuamente el efecto llamada y además, dicen
ahora, supone un peligro inasumible en una situación de guerra, que
es en la que se halla Europa ahora.
El hecho es que tanto el presidente de la República como
otros políticos alemanes han asumido el concepto de que la guerra siria da más
argumentos para defender un giro radical. Miembros de la coalición,
especialmente del partido bávaro CSU, se prodigaron en declaraciones para
demandar el fin de la política de «puertas abiertas». «Es imprescindible un inmediato
cambio de rumbo. París lo cambia todo», decía el ministro de Finanzas del
Gobierno bávaro de la CSU, Markus Söder. Si la canciller Merkel creía que había
frenado las presiones al menos dentro de la coalición y al menos hasta el
Congreso de la CDU en diciembre, el baño de sangre de París destruye toda
esperanza al respecto. Y se refuerzan las voces en toda Alemania que exigen
desde una drástica reducción de las entradas a un total cierre de sus
fronteras.
Cuando Angela Merkel pronunció el sábado una sentida y
profunda alocución en televisión para proclamar la solidaridad, el luto y la
condena a los atentados de París no hizo la más mínima referencia a lo que
todos los alemanes tenían en la cabeza cuando la escuchaban. Que son los
refugiados que, incesantemente desde hace unos meses, llegan a Alemania desde
una Siria que parece confirmarse como el origen directo de los bárbaros hechos
del viernes. Merkel hizo en esa comparecencia televisiva lo que ahora algunos
miembros de su gobierno piden expresamente que hagan los alemanes y que ya es
un absoluto imposible y es desvincular a los refugiados de los
atentados. Las sospechas de que dos de los asesinos entraron en Europa
como refugiados desde Turquía y a Grecia como centenares de miles que están
siendo repartidos y son acogidos con inmensa generosidad por parte de muchos
pero enorme preocupación, recelo y miedo por cada vez más. Merkel, su gobierno
y los defensores de su política insisten en que los centenares de miles o
millones de refugiados que huyen de la violencia y precisamente también del
terrorismo no pueden ser castigados por estos hechos. Y los atentados no anulan
la obligación de Alemania y toda la Unión Europea de aceptar a aquellos
solicitantes de asilo que cumplan las condiciones.
La canciller alemana Angela Merkel, ayer en la cumbre del G20 en Antalya - AFP
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