EL FRENTE UBICUO
Por HERMANN TERTSCHABC Sábado, 09.01.16
Hoy no hay más que una religión en cuyo nombre se mata a
diario en algún lugar del planeta
Muchos de los
problemas políticos e incluso morales de las sociedades occidentales modernas
se deben en buena medida a su incapacidad de percepción de la amenaza. A la
atrofia de la alerta que toda comunidad humana necesita para establecer sus
valores y exigencias. Cuando han vivido ya tres o cuatro generaciones sin
guerras, desaparecen los últimos que tienen recuerdo de aquella conciencia del
peligro inminente de muerte que ordena prioridades, pondera el valor de las
cosas y genera la humildad necesaria para el conocimiento y la razón. Entonces
se confunden prioridades, valores y precios. Y las sociedades tienden a creer
que su seguridad no solo está garantizada siempre incondicionalmente. Sino que
es además un derecho incuestionable e inalienable más en la larga panoplia de
derechos que los afortunados habitantes de esta parte del mundo creen ya ley natural
o regalo divino.
Disfrutaba de esa ensoñación gran parte de la sociedad
occidental cuando irrumpió el terrorismo yihadista en nuestra ilusoria
construcción de certezas. Cierta religión ha desarrollado en su seno unos
grupos de extremistas que nos quieren destruir. Otras religiones tuvieron sus
momentos violentos hace siglos. Hoy no hay más que una religión en el mundo en
cuyo nombre se mata a diario en algún lugar del planeta. Sería absurdo decir
que nuestro enemigo es una religión como el islam en la que viven 1.500
millones de forma pacífica y con buena fe. Pero también es absurdo pretender
que nada tiene que ver el islam con los grupos que proliferan por el mundo y
que, en su nombre, matan y mueren. Para las sociedades libres, esta guerra aun
de muy baja intensidad que es el terrorismo es una gran oportunidad de
recuperar esa percepción de la amenaza necesaria para la defensa. El frente
ubicuo del terrorismo pretende paralizarnos por medio del terror. Pero al mismo
tiempo ofrece las condiciones para reforzar la conciencia de estas sociedades
libres. Por daño que nos haga, nada depende del enemigo. Todo de la reacción
del mundo libre. Del liderazgo eficaz. Que es nuestro auténtico problema.
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