EL NUEVO MEIN KAMPF
Por HERMANN TERTSCHABC Martes, 19.01.16
El Mein Kampf de Podemos son cientos de horas de grabaciones
en las que exponían todas sus intenciones totalitarias
UNA de las noticias editoriales del año en Alemania es ya la
reedición de «Mi lucha» (Mein Kampf), el libro escrito por Adolf Hitler en la
prisión bávara de Landsberg tras su fallido golpe de estado en Múnich en 1923.
En él, el joven fanático austriaco adorna con lustre y épica su propia
trayectoria vital, hasta entonces en realidad muy mediocre, y plantea sin mayor
pudor ni ocultación sus, esos sí muy espectaculares, planes para el futuro. En
la cárcel se dedicó a escribir su libro y poco más, porque a los nueve meses
salía, en impunidad escandalosa. No puede dudarse de que la historia de Europa
habría sido mejor si el Gobierno bávaro hubiera puesto a Hitler contra la pared
en noviembre de 1923. Mein Kampf, prohibido en 1945 en Alemania y Austria,
vuelve a poder editarse tras vencer los derechos de autor en poder del Gobierno
bávaro. Resultaba ya ridículo prohibir un libro que todo niño puede leer en la
red, pero eso no ha privado de inquietud al momento de plantearse la
publicación un libro en el que Hitler expresaba sus intenciones con claridad.
Que se publicó en 1925 y a partir de 1933 tuvo ediciones multimillonarias. Y
que pese a expresar ambiciones territoriales, antisemitismo lacerante, ira
anticapitalista y muchos de sus demenciales planes, en absoluto desacreditó al
«colosal estadista que devuelve la grandeza a Alemania» que el mundo veía en
Hitler. Aquel libro, con toda la simiente del crimen total, no impidió que le
votaran los alemanes. Ni que hasta 1938 gozara internacionalmente de masiva
admiración.
Ahora aparece Mein Kampf, pero no sin más. Se publica como
obra comentada en la que un retén de decenas de editores y más de 80 asesores
han hinchado el texto hasta las 2.000 páginas de las apenas 700 de los dos
tomos de la obra original. Es decir, 90 años después, las autoridades políticas
y culturales en Alemania creen necesario poner todo tipo de señales de tráfico
moral en la lectura. No se vayan a desviar algunos y tomar el texto, no ya en
serio, que lo es, sino como convincente. Está claro que la democracia en Europa
no pasa por sus mejores momentos de autoestima. Se refleja una inmensa
inseguridad en esa guardia pretoriana intelectual que se hace desfilar por las
páginas de Mein Kampf para evitar que los hijos de la cultura democrática se
dejen seducir por la prosa chata, vieja y ampulosa del austriaco semiculto y
fanatizado. No están errados quienes han aconsejado esa operación editorial de
prudencia. Que dice mucho de nuestra debilidad política, intelectual y moral.
Porque en toda Europa las masas buscan consuelo a sus zozobras y aunque parezca
mentira no están más avisadas que entonces. Desaparecen las viejas generaciones
con el músculo moral creado por tragedias del siglo XX. Las nuevas, cautivas de
una subcultura de apenas impulsos informativos sentimentalizados, dan la
espalda a opciones democráticas cada vez más desprestigiadas y ponen sus
esperanzas en otras que solo son nuevas para quienes lo ignoran todo de nuestra
historia. En España surge la amenaza de una fuerza totalitaria que nos anunció
sus objetivos cuando no se creía capaz de alcanzarlos. El Mein Kampf de Podemos
son cientos de horas de grabaciones en las que exponían hasta hace dos años
todas sus intenciones totalitarias. El Mein Kampf de Podemos son todas las pruebas
de sus conexiones con fuerzas totalitarias y criminales en varios continentes.
El Mein Kampf de Podemos es la orgía de propaganda de las televisiones
militantes y un periodismo inane que paralizan juntos toda posible reacción de
las pocas fuerzas y conciencias defensoras de la libertad y la racionalidad en
España.
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