LA «NOCHEVIEJA DE COLONIA» VATICINA UN CAMBIO DE CLIMA POLÍTICO EN ALEMANIA
Por HERMANN TERTSCHABC Domingo, 10.01.16
La imagen de mujeres asaltadas entra en el imaginario y
dispara emociones populares
Corrección política La corrección política y el miedo a ser
tachado de racista o ultraderechista han impedido conocer antes la verdad de lo
ocurrido en la «Nochevieja de Colonia»
Medidas en la chistera Merkel ha prometido la expulsión inmediata de los inmigrantes condenados por los asaltos. Pero todo ello es ya muy poco y llega demasiado tarde
La Nochevieja que dio comienzo al 2016 en la ciudad renana
de Colonia lleva rápido camino de entrar en los libros de historia de Alemania
y de Europa. El terrible acontecimiento que durante varios días los políticos y
los medios de comunicación intentaron ignorar, obviar y ocultar se ha
convertido en un terremoto político cuyas consecuencias aun son imprevisibles
pero que serán en todo caso inmensas. La masiva agresión sexual contra cientos
de mujeres alemanas por parte de cerca de mil inmigrantes, gran parte de ellos
refugiados llegados en los pasados meses, es ya un punto de inflexión en la
legislatura y en la carrera política de la canciller Angela Merkel. Durante
horas, un Estado como el alemán fue incapaz de proteger a su población en el
centro de Colonia y en otros lugares que después se han conocido. Grupos de
hombres extranjeros aterrorizaron, con el uso de inaudita violencia, osadía y
procacidad, a mujeres, a hombres que intentaron ayudar y a una Policía alemana
impotente hasta un grado alarmante. Tanto que en estos días se ha quebrado
seriamente, como advierten políticos y analistas, la confianza de la sociedad
en el Estado y su capacidad de garantizar su seguridad.
Cañones de agua para dispersar a los que se manifestaron en
Colonia contra los refugiados
La inmensa conmoción habida también marcará un hito en la
conciencia y la cultura política alemana de los próximos años. Porque ha caído
un dique que los políticos querían mantener a toda costa para controlar las
emociones populares ante un fenómeno tan difícil como la llegada de centenares
de miles de extranjeros de culturas remotas que han cambiado en parte de forma
drástica la vida de muchas ciudades y pueblos alemanes. Sin que nadie jamás les
avisara o les consultara al respecto. Los políticos han tenido miedo a la rabia
y han creído poder combatirla con la mentira como se ha visto con las
demostradas instrucciones de ocultar delitos causados por inmigrantes y
especialmente por refugiados llegados en este pasado año.
Nuevo tiempo
La corrección política y el miedo a ser tachado de racista o
ultraderechista ha impedido que se supiera la verdad antes. No solo en estos
días en los que políticos y mandos policiales negaron saber de la procedencia
de los autores de la agresión de Colonia. Los policías y su sindicato revelaron
que todos sabían desde la misma noche de hechos que la mayoría eran refugiados
de última hora. El informe policial que se filtró el día 6 de enero y que
refleja toda la brutalidad del delito colectivo y la impotencia del Estado ha
provocado una revisión de las posiciones hasta en los medios militantes de la
corrección política.
Nadie duda de que comienza un profundo giro en la política
de inmigración, asilo y seguridad en Alemania. Y ha comenzado un nuevo
tiempo para la política alemana. En 2016 hay elecciones en cuatro estados
federados, empezando en marzo. Si el desastre es máximo como muchos prevén y la
oleada de refugiados vuelve a intensificarse con el buen tiempo en primavera,
ya está claro que Merkel no podrá aguantar hasta otoño del 2017.
Para ella, esa imagen de las mujeres llorando presas del
pánico, muchas con la ropa rasgada o rota, otras golpeadas, huyendo en pleno
centro de una gran ciudad alemana de hombres acogidos como refugiados por una
decisión personal muy controvertida de la canciller es, como reconoce todo su
partido, la CDU, la peor catástrofe política imaginable. Ayer se produjeron
protestas contra la política de inmigración de Merkel con fuertes
enfrentamientos en Colonia entre manifestantes convocados por Pegida, con
participación de extrema derecha, la Policía y la extrema izquierda que también
había salido. Pero la violencia localizada de grupos radicales es
insignificante hoy ante la fuerza de la indignación que se está acumulando en
la sociedad alemana.
El partido de la canciller, CDU, y su socio el SPD intentan
sacar ahora de la chistera medidas draconianas contra los delincuentes entre
los refugiados. La canciller ha prometido medidas para la expulsión inmediata de
los condenados. Pero todo ello es ya muy poco, demasiado tarde. Porque en
Alemania han pasado muchas más cosas en esta semana en la que, con tres días de
inconcebible retraso, comenzaron a surgir los datos ya inequívocos sobre la
terrible gravedad de aquellos hechos. Y comenzaron además a llegar
informaciones sobre multitud de casos parecidos de agresiones colectivas de
inmigrantes a mujeres, incluidas violaciones consumadas. En Hamburgo y en
Stuttgart se produjeron incidentes similares. En un pueblito junto al Rin en el
sur cuatro sirios fueron detenidos por violar a dos menores. En Bielefeld, unos
500 hombres asediaron una discoteca y agredieron masivamente a las mujeres en
sus inmediaciones. Hubo fuertes enfrentamientos con gentes de la discoteca y la
Policía que sin embargo también se vio en inferioridad numérica. Ese hecho se
ha repetido en todos los escenarios. En Colonia la Policía reconoció que había
soltado a detenidos y no había podido ayudar por la masiva superioridad de unos
hombres que ejercían una violencia que le hizo temer que hubiera muertos.
Alrededores de la catedral de Colonia el pasado 31 de diciembre
La verdad molesta
Mucho más profundos que los efectos políticos directos van a
ser las consecuencias para la cultura política que ha sufrido su peor derrumbe
y fiasco en mucho tiempo. Han fallado los políticos, han fallado la seguridad y
la Policía y han fallado dramáticamente los medios. Las mentiras y ocultaciones
de la corrección política han impedido debatir abiertamente sobre problemas,
peligros y amenazas de esta irrupción masiva de refugiados en Alemania. Pero
además han impedido a los medios decir la verdad. Y a todos tomar decisiones
correctas para prevenir situaciones así. Con la angustia de no dar argumentos a
la extrema derecha se ha convertido toda la verdad en ultraderechista. Y, como
ahora señalan alarmados tantos, se ha mentido y ocultado tanto que se ha dejado
al Estado sin la verdad para defenderse.
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