«ESPAÑA, EN MOVIMIENTO»
¿Qué debe hacer el Gobierno para frenar a los
independentistas? Los columnistas de ABC responden
Los opinadores del diario dan su visión sobre el problema
catalán y sobre las posibles soluciones: ¿diálogo? ¿aplicar el 155?
«ESPAÑA, EN MOVIMIENTO»
Por HERMANN TERTSCH
ABC Jueves, 05.10.17
El anuncio de la “operación salida” de Cataluña de diversas
empresas y los planes anunciados por los dos grandes bancos, La Caixa y
Sabadell, son la confirmación de que la muy previsible realidad de que el
separatismo genera miseria. Pero también la constatación palmaria por parte del
mundo empresarial, económico y financiero de que asume ya como muy cercana la
posibilidad de que el golpe de Estado separatista triunfe. De que el gobierno
español fracase en sus medidas reactivas y posibles planes de restauración de
la legalidad. De que ese gobierno bajo Rajoy sea definitivamente incapaz de
recuperar el pleno control sobre el territorio español que claramente ha
perdido. Dicho de otro modo, los poderes más realistas, los económicos, no
confían en que el gobierno logre sus propósitos y sí temen que los golpistas
alcancen los suyos. Es decir, creen posible a corto plazo que la cuarta
potencia económica de la Unión Europea, estalle en pedazos. Eso es así, les
guste o no a Rajoy y Sáenz de Santamaría que pierden credibilidad a chorros día
a día.
El discurso del Rey Felipe VI expresó convicciones y anhelos
de millones de españoles que se sienten humillados y maltratados. Por los
separatistas, por la opinión exterior y por sus gobernantes. Hace ya muchos
años que en España la inmensa mayoría respetuosa con las leyes constata que
quienes delinquen, violan y abusan de las leyes gozan de sistemática impunidad
y consiguen imponer sus discursos con prepotencia. En Cataluña especialmente ha
quedado claro que los enemigos de la Constitución han gozado de infinitas
ventajas y los leales a la misma y a España han sido víctimas sistemáticas de
represalias. Ante la pasividad absoluta de los gobernantes de Madrid. El
agravio ha crecido a lo largo de los lustros. Hoy se hace dramáticamente
insoportable.
Ahora España es un clamor que exige se restablezca la ley y
la justicia que han sido minadas durante décadas. Y desmanteladas finalmente
con desvergüenza y desprecio a España en los últimos años. Especialmente
durante los abiertos preparativos del golpe de Estado que se prolongan ya más
de tres. A plena luz del día. Con los gastos pagados por el erario español.
Nunca un Estado como el español ha tenido tanta generosidad con sus enemigos hasta
para cooperar en las intrigas y financiar la conspiración para destruirlo.
Algún día se sabrá algo más de todos esos misterios que rodean a siniestros
personajes en el eje entre los poderes de Madrid y Barcelona, agazapados en
grandes grupos de comunicación, hiperactivos en el movimiento sedicioso
mientras gozan de protección especial del Gobierno de la Nación y de otros
poderes que tanto han hecho por destruir las defensas culturales, identitarias
e históricas de España.
Nadie sabe lo que va a pasar en los próximos días, semanas y
meses. La situación es prerrevolucionaria en Cataluña. Todo, incluido lo peor,
es posible. En Cataluña hasta ahora el protagonismo ha sido todo de las masas
separatistas organizadas durante años por la Generalidad con cuadros de mando y
estructuras generados con dinero público. Pero ahora se ven claros indicios ya
de que tanto dentro como fuera de aquella región se ha puesto en marcha España,
tanto tiempo desaparecida y por muchos declarada difunta. Ya es muy evidente
que el inmenso hartazgo y la rabia que se desbordan han transformado la
percepción del conflicto. La agresión brutal, el desprecio general de la
dirección separatistas, la humillación ante el maltrato a las fuerzas del orden
españolas y la pasividad del gobierno, han generado en toda España, más allá de
una reacción patriótica emocional, la convicción de que se impone un cambio. Y
que para que se imponga el cambio debe antes que nada imponerse la ley y
hacerse justicia en Cataluña. Con el fin del golpe y la detención de sus
cabecillas. Se extiende la convicción de que sin esta solución justa toda
España está en peligro de hundirse en el caos y la violencia. Lejos de lo que
proponen los partidos izquierdistas de buscar el diálogo y las concesiones
hacia los responsables del crimen político que llevaría al reconocimiento de
independencias diversas, se exige el cumplimiento de la ley. A pesar del
terrible desarme moral y del relativismo propagado e impuesto por el mensaje
cultural hegemónico en estas décadas, la reacción, que es transversal, entra en
unos cauces de reactivación de la defensa de la unidad de la Nación. Esto
alarma ya a los centros de poder del sistema. Las manifestaciones en defensa de
la unidad de España celebrados en toda su geografía no han tenido, salvo la del
lunes próximo en Barcelona, el apoyo de ninguno de los partidos. No obstante y
pese a la incansable propaganda pro secesionista y pro golpista en todas las
televisiones privadas y publicas España se ha puesto en movimiento. Puede así
que la conspiración para vender a la Nación e imponerle desde Barcelona como
desde Madrid, nuevas estructuras que supondrían su desaparición de hecho, haya
desencadenado otra vez la única reacción capaz de salvarla.
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