A CARA DE PERRO
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Sábado, 11.11.17
May se debate en el desorden con una política espasmódica
que no ayuda a esta separación
Que el divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea no
iba a protagonizar un ejemplo de común acuerdo en el Brexit estaba claro desde
el principio. En el Reino Unido la confusión se adueñó de la política después
del 23 de junio del 2016. Y no ha hecho sino agravarse con la debilidad de
Theresa May y todos los enanos de circo que le han crecido dentro y fuera del
gabinete desde entonces. May se debate en el desorden con una política
espasmódica que no ayuda a facilitar esta dificilísima operación de separación.
En la Unión Europea, los temores a que surgieran o surjan emuladores al Reino
Unido y el celo por demostrar firmeza donde no había más que debilidad hicieron
que todo lo dominara la voluntad de castigar a Londres. Los coqueteos con
formas de anular la voluntad popular expresada en las urnas solo deterioraron
más el ambiente de cara a una negociación que todos sabían endiabladamente
compleja y difícil. Endiablada con buena voluntad, sin ella quizás irresoluble.
Ahora solo se ve cara de perro en todo. Londres anuncia
ahora el 29 de marzo del 2019, a las once de la noche, hora local, como fecha
para consumar el Brexit. El negociador de la UE, Michel Barbier, le da a
Londres dos semanas para llegar a un acuerdo sobre las condiciones básicas. Ahí
se incluyen también los compromisos económicos, los pagos, que se exigen al
Reino Unido y que son tres veces superiores a los que parece dispuesto a
asumir. Si no hay acuerdo marco, no podrá comenzarse a negociar sobre las
futuras relaciones. Lo que retrasa, complica y amenaza con una transición en
caos como sería la salida sin acuerdo. Esta tendría unos efectos calamitosos,
también para la UE, pero especialmente para el Reino Unido. En la UE poco puede
moverse mientras el principal pagador del Brexit, Alemania, esté aún enzarzada
en sus cuitas con la formación de la coalición. No se oculta lo mucho que
gustaría un cambio en Londres para poder mezclar cartas de nuevo. Y se nota que
algunos aún sueñan con revertir aquel voto de junio del 2016.
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