The Unending Gift

martes, noviembre 14, 2017

A CARA DE PERRO

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Sábado, 11.11.17

May se debate en el desorden con una política espasmódica que no ayuda a esta separación

Que el divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea no iba a protagonizar un ejemplo de común acuerdo en el Brexit estaba claro desde el principio. En el Reino Unido la confusión se adueñó de la política después del 23 de junio del 2016. Y no ha hecho sino agravarse con la debilidad de Theresa May y todos los enanos de circo que le han crecido dentro y fuera del gabinete desde entonces. May se debate en el desorden con una política espasmódica que no ayuda a facilitar esta dificilísima operación de separación. En la Unión Europea, los temores a que surgieran o surjan emuladores al Reino Unido y el celo por demostrar firmeza donde no había más que debilidad hicieron que todo lo dominara la voluntad de castigar a Londres. Los coqueteos con formas de anular la voluntad popular expresada en las urnas solo deterioraron más el ambiente de cara a una negociación que todos sabían endiabladamente compleja y difícil. Endiablada con buena voluntad, sin ella quizás irresoluble.

Ahora solo se ve cara de perro en todo. Londres anuncia ahora el 29 de marzo del 2019, a las once de la noche, hora local, como fecha para consumar el Brexit. El negociador de la UE, Michel Barbier, le da a Londres dos semanas para llegar a un acuerdo sobre las condiciones básicas. Ahí se incluyen también los compromisos económicos, los pagos, que se exigen al Reino Unido y que son tres veces superiores a los que parece dispuesto a asumir. Si no hay acuerdo marco, no podrá comenzarse a negociar sobre las futuras relaciones. Lo que retrasa, complica y amenaza con una transición en caos como sería la salida sin acuerdo. Esta tendría unos efectos calamitosos, también para la UE, pero especialmente para el Reino Unido. En la UE poco puede moverse mientras el principal pagador del Brexit, Alemania, esté aún enzarzada en sus cuitas con la formación de la coalición. No se oculta lo mucho que gustaría un cambio en Londres para poder mezclar cartas de nuevo. Y se nota que algunos aún sueñan con revertir aquel voto de junio del 2016.

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