LA FUERZA DEL HASTÍO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo,
12.11.17
Se pretende normalidad donde se prepara un nuevo asalto
ESTAMOS todos los españoles cautivos en las mazmorras del
drama español. Estamos secuestrados por una minoría nacionalista catalana que
amenaza con destruirnos y nos impide una normalidad que resulta urgente y
apremiante. Estamos encerrados y vemos cómo la vida pasa y las oportunidades se
van también para siempre. Igual que se van de Cataluña y también del resto de
España, las ferias o agencias e inversiones y proyectos, se va el tiempo que
pasa para siempre para todos con cruel rapidez. Los últimos conocidos que
comentan que se van de Cataluña para siempre ya no dan como explicación el
miedo a las hordas separatistas, ni el totalitarismo en los colegios o el puro
racismo en la administración, ni ese infinito hastío que produce toda la
permanente monserga nacionalista. Solo dicen que la vida es demasiado corta
para pasarla con ese latazo infinito que consideran precisamente eso, infinito.
Porque las esperanzas de que la decisión de imponer el 155 supusiera un punto
de inflexión en esta trágica deriva se han difuminado.
Las elecciones del 21-D, que impiden toda la necesaria
aplicación del 155, han frustrado la ilusión de que España volvía a Cataluña
para enmendar trágicos errores que nos han traído hoy al borde del
enfrentamiento civil. La frustrante lucha contra el golpismo separatista nos
muestra dolorosamente los límites del sistema. Convierte en sarcasmo los
esfuerzos del gobierno por convencernos de que todo funciona como estaba
previsto. Asistimos a un espectáculo de desafueros tan palmarios y ruidosos que
ninguna orquesta mediática de pelotas lo puede ocultar. No hay separación de
poderes cuando el ministro del Interior llama a los jueces a tener en cuenta
realidades extrajudiciales. No hay confianza en la justicia cuando se acuerda
con los reos los términos de su declaración para que no entren en prisión
incondicional como correspondería por tan gravísimos delitos. No hay normalización
si por puro miedo a una foto y un editorial extranjero el gobierno permite que
una turba filoterrorista paralice durante un día entero las infraestructuras de
una región como Cataluña. Mañana podrían hacerlo con edificios estratégicos,
aguas, electricidad, aeropuertos o instalaciones militares. El gobierno
proclama normalidad mientras hordas de fanáticos y mercenarios de la
Generalitat advierten y demuestran que el Estado español no controla su
territorio. Cierto que los cabecillas han demostrado ser una caterva de
cobardes, que les tiemblan las rodillas en cuanto el Estado hace el mínimo
gesto de respetarse a sí mismo y de utilizar sus armas legales para hacerles
frente. Pero saben que siempre pueden contar con su siguiente oportunidad. Ya
se anuncian nuevas alianzas de los socialistas con los separatistas. El frente
constitucionalista es mentira. Y todo nos lleva a una situación en la que el
gobierno podrá pretender que el mal menor, siempre el mal menor, es acceder a
unas condiciones especiales para Cataluña. Unas condiciones que la nación
rechaza. Porque las sabe antesala de su propia destrucción.
0 comment(s):
Post a comment
<< Home