NO HAY MILAGROS SIN CORAJE
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
22.12.17
Quienes esperaban de las elecciones una rebaja de la tensión
y una salida del drama con expectativas prometedoras se han vuelto a columpiar
Las calles del centro de Barcelona no parecían dispuestas a
salirse del bullicio sosegado y navideño de la tarde ni siquiera cuando los
resultados anunciaban ya de nuevo tormenta. No servirá para casi nada la
alegría muy genuina de Ciudadanos que han culminado una gesta insólita con Inés
Arrimadas, se han impuesto rotundamente en votos y escaños a los partidos
separatistas y son ya el partido de referencia de la nación española en
Cataluña. Porque los otros partidos que podrían eventualmente ser aliados en un
bloque constitucionalista, el Partido Popular y el PSC, han sufrido un terrible
descalabro uno y la frustración de todas sus ilusiones el segundo. Quienes
esperaban por tanto de las elecciones de ayer una rebaja de la tensión y una
salida del drama con expectativas prometedoras se han vuelto a columpiar. Y
quienes lanzaron la pelota al frente y convocaron unas elecciones en octubre
para diciembre con la única esperanza perfectamente infundada de encontrar una
solución que les permitiera evitar imponer la ley con la legítima fuerza del
Estado si fuera necesario se han columpiado aun más.
Porque la gobernabilidad no va a ser más fácil y porque el
presidente Mariano Rajoy y su «experta en Cataluña», la vicepresidenta Soraya
Sáenz de Santamaría, han sufrido un revés aniquilador que posiblemente sea
irreversible. Y cuyas consecuencias en la política nacional se habrán de ver
pronto y serán cuantiosas por mucho que se intenten tapar en La Moncloa. El
resultado de la aventura ha dejado al PP en la insignificante marginalidad en
la comunidad autónoma, ha coronado a Ciudadanos como el nuevo partido nacional
ya dispuesto a repetir en toda España lo que le ha hecho al PP en suelo catalán
y ha resucitado a Puigdemont como líder del separatismo catalán que ya exige el
reconocimiento como el legitimo presidente de antes y de ahora. Se provoca
además el choque de bruces de nuevo entre la política y las leyes porque ahora
hay que esperar que Puigdemont se presente en España y sea detenido y volvamos
a tener la fiesta publicitaria que acabará por lastrar realmente la economía de
toda España y no solo la catalana que puede darse por condenada.
Lo más militante del día habían sido los lacitos amarillos
en las colas ante los colegios, la mala cara de algunos al reconocer a ciertos
periodistas de Madrid identificados como agentes del mal absoluto españolista y
las declaraciones de Carles Puigdemont desde su Nido del Águila de Ikea en
Bruselas. Muchos se han reído mucho de Puigdemont y al final va a ser el
ridículo paseante de los bosques de Flandes que cumple todos sus deseos. Los
separatistas mantienen su mayoría absoluta en el Parlamento de Cataluña ya
veremos si con su total desafío contra el Estado y la ley. Dicen muchos que no
será ahora mismo en ningún caso. No lo excluyan. Porque Puigdemont tenía el
reto de sobrevivir con una candidatura inventada en torno a su no siempre muy
digna persona. Y no iba a ser nada fácil. Enfrente tenía a Esquerra
Republicana, un partido de cuadros magníficamente engrasado y motivado,
dispuesta a erigirse en único intérprete del independentismo.
Pero la magia de la fabulación nacionalista mueve montañas y
ha sido Puigdemont el triunfador con sus 34 escaños frente a los 32 de una ERC
que ayer mostraban unas caras muy largas y no lograban reunir ánimos para
arrancar la fiesta en Barcelona. Otro foro con caras larguísimas era la fiesta
que no fue del PSC, cuyos 17 escaños son un triste balance de una campaña en la
que Iceta acabó creyéndose realmente que era el elegido para sacar a Cataluña
de la crisis. Era muy evidente que no era así y ni Borgen ni nada le va a
servir para jugar un papel en un parlamento que vuelve a estar dominado por los
enemigos del Estado. Que lo serán más por el hecho de que sus cúpulas tienen un
horizonte penal oscuro como la noche. Que no va a poder aclarar ninguna
maniobra de las que el propio Iceta pretendía. Porque España, que es mucho más
que Cataluña aunque no lo parezca en los medios desde hace mucho tiempo,
demanda una solución al desafío independentista que no va a poder ofrecer el
parlamento catalán ni con un grupo tan cuantioso como el de Inés Arrimadas. Con
los cuatro de la debilitada CUP, Puigdemoint y ERC tendrán otra vez el aparato
del régimen a su plena disposición para proseguir un proyecto que es la
prolongación del golpe de estado iniciado en octubre.
Los catalanes que ayer salieron como nunca a las calles a
votar están presos de décadas de adoctrinamiento, de las más obscenas mentiras
continuadas a lo largo del tiempo. Que una mitad haya salido a intentar romper
las cadenas les honra. No es suficiente. Pero eso se podía haber tenido muy
claro hace dos meses cuando se convocaron unas elecciones sin cambiar en
absoluto la brutal presión social que los separatistas han construido en
décadas y que el 155 podía haber al menos debilitado pero ha dejado intacto.
Sin esfuerzos ni asumir riesgos no suele haber grandes conquistas Y mucho menos
milagros.
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