DEL PRIVILEGIO A LA POBREZA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo,
25.02.18
El Gobierno de España premia la traición y castiga la
lealtad
DICE la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que va a castigar
al Rey Felipe VI con su ausencia de los actos oficiales en torno a la feria de
telefonía conocida como la «Mobile». Ganas dan de asegurar que no será lo peor
que le ha pasado al Monarca en los últimos tiempos. Quienes sí van a sufrir la
enésima miserable patochada de Ada Colau son los barceloneses. Porque se van a
quedar sin el Mobile World Congress. Había ya pocas dudas, después de que hace
un año los visitantes y participantes pasaran las de Caín entre manifestaciones
violentas y huelgas. Ahora, con estas ofensas a las instituciones y la ley por
parte de Colau y otros indignos personajes de la Generalidad, solo un milagro
impedirá que este colosal acontecimiento tecnológico se vaya con sus inventos a
otra parte.
Con sus visitantes, miles de empleos, grandes inversiones e
inmensos efectos económicos directos e indirectos. No sabemos a dónde irá. Sí
sabemos que, con su huida, el MWC lanzará un mensaje que se oirá en todo el
mundo. Con el que Barcelona quedará estigmatizada como una ciudad indeseable,
hostil, insegura y secuestrada por fuerzas tribales siniestras. Los hoteleros
saben lo que está pasando. Las empresas que se van también. Pero la gravedad
del proceso de pauperización que Cataluña va a sufrir es aún difícil de
concebir para la mayoría.
Nadie puede alegrarse del hundimiento de Cataluña como
región desarrollada. Antes que nada porque la riqueza de Cataluña es obra y
patrimonio de todos los españoles. Que han generado aquella riqueza. Y siempre
aceptaron que desde hace casi dos siglos los gobiernos de España le otorgaran
privilegios y trato de obscena preferencia, mientras otras regiones están
sumidas en olvido y abandono. Porque Cataluña no solo es una parte más de
España, es con el País Vasco la región más mimada, favorecida y enriquecida por
el favor de los poderes de Madrid. Los privilegios para Cataluña han aumentado
proporcionalmente a la deslealtad y falsedad de una parte de su población. Así
se ha promocionado al separatismo hasta hoy, creyendo que se apaciguaba cuando
se alimentaba a la bestia antiespañola.
Ha llegado el momento de que España cambie de actitud. Hay
un clamor en la propia Cataluña también para que así sea. Pero el Gobierno de
Rajoy está decidido a continuar con su obsequiosidad hacia el delincuente y su
desprecio al español leal y honrado. Ahora anuncia miles de millones, no para los
aeropuertos de toda España; para uno, el de Barcelona. Y cientos de millones
para soterrar vías; no en toda España, solo en Hospitalet. Eso sí, incumple sus
promesas a la Policía y a la Guardia Civil, los dos cuerpos que han hecho
frente al golpe de Estado. A cambio recibe de los golpistas ayuda para ese
fraude de ley que es la cesión de un escaño para hacer grupo en el parlamento
regional. A la lealtad, desprecio. A la agresión, concesión y turbio cambalache
cómplice. Así, hasta el naufragio.
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