ALGO HUELE A PODRIDO EN ALEMANIA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo,
08.04.18
La corrección política ha corrompido al periodismo alemán
LA prensa alemana respiró aliviada. Toda ella, al unísono.
Todos informaban, casi se percibía la satisfacción en las letras, que el autor
del atentado con una furgoneta que sembró ayer la muerte en Münster era un loco
alemán. «El autor es Jens R. del Sauerland». No era un refugiado musulmán
invitado por Angela Merkel. Casi se oye el suspiro de alivio. Hasta los muertos
parecen importar ya menos. Sin consecuencias políticas. Solo un disgusto.
Pintaba mal, porque estos atentados no se pueden ocultar como otros delitos,
violaciones y acosos que la prensa alemana cubre con el discreto manto de la
corrección política. Para evitar bajas pasiones como el racismo. Para impedir
que se aprovechen «los malos» que no son los criminales, dicen, sino quienes
pretenden sacar «beneficio político» del crimen. Los medios alemanes se han
homogeneizado bajo Angela Merkel hasta dar miedo. No porque lo imponga la
canciller. Sino porque bajo ella el clima de la corrección política ha
alcanzado cotas de negación de la realidad que evocan a aquella prensa de la
RDA en la que creció. Con tanta obediencia y ganas de estar dentro, muy dentro,
del rebaño.
Todos los medios ocultaron los sucesos de Colonia y otras
ciudades en la Nochevieja de 2015. Casi todos atacan al unísono a cualquier
intelectual que diga que «el rey está desnudo» y que la inmigración y los
refugiados han destruido formas de vida y la seguridad en partes de Alemania,
sobre todo para los más pobres. Atacan a quien se atreva a decir la verdad y no
cejan hasta destruirlo. A autores como Sieferle, que se suicidó, a Tellman, a
Sloterdijk y hasta a Safranski en cuanto sugieren que algo huele a podrido en
la Alemania del consenso socialdemócrata. Donde se prohíbe la verdad en aras de
la armonía. El alivio general ante la noticia de que no hay que inventar una
locura de un refugiado porque tienen un loco alemán es casi ofensivo. En los medios
y en los políticos. Esta vez no tendrán que tachar de «ultraderecha» todo lo
que señale verdades incómodas. ¡Qué ruina periodística!
El fracaso moral e intelectual de los medios alemanes lo
hemos sufrido los españoles estos días en propia carne. Desde hace años se da
esta deriva hacia una prensa uniformada militante en favor del «Bien» y en
cruzada «contra los males de la derecha». Contra la derecha y contra el
derecho. La falta de respeto a la verdad que han mostrado los medios alemanes
en la cuestión de Cataluña estos días no es casual. Es depravación habitual.
Decidieron que el golpismo de Puigdemont era el refugiado y España «la
derecha». Establecidos los dos polos del Bien y del Mal, ninguna verdad ni
argumento podía impedir una defensa cerrada del delincuente y una condena
unánime de quien reclama derecho. A esta perversa deriva del periodismo de
ocultar lo que no conviene al Bien, se suman los políticos. Y no resisten todos
los jueces. Ni en Alemania ni aquí.
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