ANÁLISIS EN DIARIO DE LA NOCHE 07.05.14
Por HERMANN TERTSCHTELEMADRID - DIARIO DE LA NOCHE 07.05.14
Buenas noches a todos.
Es muy probable que hayan oído hablar ya de un cura de un remoto pueblo de Jaén, Canena. Que tuvo la muy desgraciada ocurrencia de hablar en su homilía hace días de lo que entiende por un mal menor. Asustado por las muertes que ahora produce la violencia de género, dijo que antes también se pegaba a las mujeres, pero que se mataba menos. Y expresó cierta añoranza por aquellos tiempos pasados. La torpeza del humilde párroco se convirtió, en cuanto llegó a ciertos medios de comunicación, en una peligrosísima agresión sexista. Y pocas horas después, ya en pleno linchamiento mediático, se tachaba al cura de apologista del maltrato. Se ha disculpado él, se ha disculpado el arzobispado. Parece no ser suficiente. Mientras, esos mismos medios que han linchado al cura por su evidente pero simple torpeza, han ignorado durante tres semanas una inmensa y terrible tragedia de maltrato de género, este sí muy real. En la que, eso sí, el cristiano no es el malo sino la víctima. Son 190 las niñas nigerianas cristianas secuestradas por un grupo islamista radical llamado Boko Haram. Este grupo, responsable de miles de asesinatos de cristianos en Nigeria, combate con inmensa crueldad todo contacto con la civilización occidental. Según niñas que lograron escapar, las víctimas están siendo violadas hasta quince veces al día. La pesadilla está volviendo locos de desesperación a los padres. El líder de Boko Haram ha reivindicado el secuestro y ha dicho que piensa vender a las niñas. Llegan noticias de otro secuestro de ocho niñas por los mismos autores. Algunas podrían estar siendo ya vendidas ya en países vecinos. En EEUU la indignación ha generado tal presión social ante este brutal escándalo que el Gobierno estudia intervenir para ayudar a Nigeria a buscarlas. También Londres estudia una intervención ante el inmenso y escandaloso crimen colectivo. Pero aquí en España han sido mucho más importante las torpes palabras sin mala intención de un cura de campo que la brutalidad infinita, el horror y la violencia sin límites que sufren las niñas cristianas nigerianas. Habría que preguntarse sobre el por qué de esta desproporción.
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