The Unending Gift

domingo, junio 01, 2014

EUROPA, EL CAMBIO MÁS NECESARIO. EL AUGE DE LOS POPULISMOS. LA CRISIS DEL BIPARTIDISMO

Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo, 01.06.14


La UE tiene que abordar una reforma en profundidad si no quiere que las opciones eurófobas ganen terreno

Europa evoca este año 2014 tres fechas de terrorífico poder simbólico en la historia de la humanidad. Hace cien años comenzó la Primera Guerra Mundial que supuso una quiebra profunda en la civilización occidental. Y cambió radicalmente la percepción que de sí mismo tiene el mundo moderno. Hace 75 comenzó la Segunda Guerra Mundial por el auge y choque de los totalitarismos surgidos de la Primera. Con el infierno añadido del crimen ideológico. Y hace 25 años fue derribado el Muro de Berlín, al colapsar el sistema soviético en Europa oriental. Las muchas decenas de millones de europeos que murieron violentamente entre la primera fecha, 28 de junio de 1914, y la última, 9 de noviembre de 1989, pero también los coetáneos de todos ellos, considerarían la actual situación de Europa una inconcebible bendición. Europa es un continente en paz y sin fronteras que garantiza libertad y propiedad y en el que la compasión y la ayuda al prójimo son oficiales. Nada menos. No en una minúscula isla. Tiene 500 millones de habitantes y se extiende desde el Algarve hasta el extrarradio de San Petersburgo. La Unión Europea es, desde esta perspectiva histórica, el proceso de expansión pacífica del bien más espectacular, rotundo e incuestionable de la historia de la humanidad.

EFE ABC YA LO ALERTÓ  El 23 de mayo pasado, ABC denunciaba en su portada que el auge de los populismos eurófobos era uno de los asuntos importantes que no se abordaron en la campaña electoral

Mensaje inequívoco

Este año 2014 nos quedará también grabado por otra fecha clave: el pasado 25 de mayo. Cuando la Unión Europea recibió el mensaje inequívoco de sus habitantes de que la isla de afortunados, en su actual forma de gestión, se ha vuelto inviable. Y que debe reformarse urgentemente o prepararse para morir. Conocido es el mensaje que Angela Merkel no se cansa de repetir: Europa supone el 7% de la población, el 25 por ciento del PIB y el 50% del gasto social del mundo. Las dos primeras cifras seguirán bajando con rapidez. La tercera, la que financia la isla de los afortunados, es ya hoy perfectamente absurda e imposible de mantener. Los cambios se harán. Por iniciativa política o por imposición de los hechos. Pero la confusión es inmensa. Tras muchas resistencias al cambio hay arrogancia que surge de un eurocentrismo casi colonial, que desprecia a las realidades económicas del siglo XXI y a sus competidores, el 93% del mundo. Por no hablar de aquellos en Europa que creen poder afrontar el futuro en trinchera nacionalista y barrera arancelaria. Alemania, recuerda Merkel, es un enano que no puede sobrevivir solo. Y otros hacen proyectos de tribalismo decimonónico.

Avisos previos

Los avisos llegaban desde hace años. Pero la inmensa maquinaria de Bruselas no se ha dado por enterada. Tampoco los Estados miembros, con sus grandes partidos tradicionales, en sus bloques de conservadores, liberales, socialdemócratas. Por eso han surgido otros para expresarlo con claridad. Si la democracia es, con todos sus defectos y miserias, un sistema tan superior a los demás, es porque tarde o temprano acaba avisando a sus dirigentes de sus errores y fracasos. Así lo han hecho ahora las ciudadanías de los Estados nacionales en Europa. Reafirmando a los Estados nacionales como el «demos» fuente y origen de la soberanía, por mucha soberanía que se ceda a Bruselas. Han surgido partidos populistas por doquier. Y que sean más o menos populistas no significa que no tengan razones de peso.

Los dos grandes desestabilizadores en estas elecciones han sido el Frente Nacional de Le Pen en Francia y el UKIP de Nigel Farage. Ambos se han convertido en primera fuerza en sus países, a su vez dos de los cuatro grandes. Más allá de otros aspectos ideológicos en esos partidos que puedan disgustar más o menos, lo cierto es que ellos dos sí estarán pronto en situación de dar un golpe decisivo a la UE. Y como todos los demás partidos de este tipo, no lo podrán hacer en el Parlamento Europeo, donde, pese a su crecimiento, suponen solo el 30% de los votos. Pero sí y con seguridad en sus parlamentos nacionales si sus éxitos se reflejan en las legislativas nacionales. En los países del norte, desde Dinamarca a Austria, Holanda a Francia, el populismo beneficia a la extrema derecha con su egoísmo mientras en países como España y Grecia fortalece a la extrema izquierda y el comunismo con su resentimiento, véase Syriza o Podemos. Es un hecho que refleja el diferente nivel de desarrollo de la sociedad. Son los mismos instintos desde diferente actitud.

Camino de sobresaltos

Nada indica que se vaya a cumplir el proverbial augurio reaccionario de que, tras el sobresalto, las aguas vuelven a su cauce. Todo indica que los sobresaltos serán mayores. Porque la rebelión contra el camino emprendido por la UE es, para cada vez más europeos, necesaria. Malo es que fieles a la trágica historia de este continente, los defensores de las libertades y los éxitos habidos, acaben una vez más arrollados en su cobardía paralizante por proyectos totalitarios. Porque todo nos dice que, además del futuro en común y la subsistencia de las grandes conquistas en libertad, solidaridad y progreso hechas juntos, los europeos se juegan en la urgente reforma de la Unión Europea también sus democracias.



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