UN DISCURSO INAUDITO
Por HERMANN TERTSCHABC Viernes, 06.06.14
¡Cuánto ayuda tener unos poderes firmes e implacables
defensores de la Constitución para que ésta sea respetada!
SOLO dijo gracias. En
mil bellísimas formas. Fue una extensa, preciosa, cultivada, bien articulada y
magnífica expresión de gratitud a una Constitución, a quienes la hicieron
posible y a quienes la defienden y hacen cumplir todos los días. Fue un largo
discurso ante el pleno del Bundestag hace diez días, en la solemne ceremonia de
conmemoración del 65 aniversario de la Constitución alemana. Este emocionado e
inteligente homenaje a la Constitución de Alemania de 1949 fue tan conmovedor
como inaudito. No tiene precedentes. Es un canto al orden constitucional
democrático alemán de un ciudadano procedente de una cultura muy remota. Navid
Kermani es un escritor de origen iraní. Sus padres llegaron a Alemania en los
años cincuenta. Nacido él ya cerca de Bonn, Kermani aprovechó el honor que le
otorgaba el Bundestag para hacer lo que es tan infrecuente y que tanto se echa en
falta en las sociedades modernas occidentales que acogen a millones de
inmigrantes: expresiones de gratitud. Kermani la logró con virtuosismo en un
homenaje a la tolerancia, a la fuerza transformadora de la democracia y la
palabra y al compromiso de los alemanes en asumir su terrible pasado. Y a su
honradez y decisión al hacerlo precisamente en la defensa de la dignidad
humana.
Kermani no ocultó las facetas difíciles y oscuras de la
sociedad alemana. Pero en un minucioso, culto y sensible balance dio las gracias
a Alemania por su hospitalidad, por su generosidad y por el esfuerzo de su
política de perseguir unos ideales expuestos en el Bundesgesetz, su
constitución desde la creación de la República Federal. Que es una constitución
más vieja que la española. Pero una constitución respetada por todos y
protegida por todos los órganos que la misma establece para su defensa. Con
toda firmeza y contundencia frente a sus enemigos. Quienes conspiran contra
esta Constitución, intentan destruirla o subvertir sus órganos, son
delincuentes a perseguir. Quienes pretendan violar la Constitución o cambiarla
sin seguir las reglas para ello establecidas en la misma son criminales que han
de ser perseguidos. Porque quienes quieren romper el código de convivencia son
una amenaza para todos. Alemania sabe muy bien lo que supuso un Estado débil y
una constitución violada, ignorada o ridiculizada por las fuerzas políticas
emergentes, cada vez más extremistas en los años de la República de Weimar. La
constitución de 1949 surge de la voluntad de fundación de un Estado libre y
democrático sobre los escombros de una Alemania arrastrada a la destrucción por
el totalitarismo, la intolerancia y el miedo. Con voluntad firme de proteger a
todos los alemanes en sus derechos individuales y en la búsqueda del bien
común. Quien osa ignorarla o violarla está fuera del juego político y fuera de
la legalidad. El Tribunal que la interpreta desde Karlsruhe tiene un carácter
poco menos que sagrado. Y el Gobierno y todas las instituciones tiemblan si ese
Tribunal los desautoriza o sanciona. Todos acatan. Nadie discute a los órganos
supremos. «Esta Alemania es la mejor que jamás tuvimos. Y debemos estar
orgullosos de su poder de atracción», dice Kermani. Gracias por la seguridad
jurídica, por los derechos, por el humanismo de la propia constitución y del
esfuerzo cotidiano en aplicarlo, por el trabajo, por el bienestar. «También en
nombre de los musulmanes que gozan aquí de los derechos que se les niegan a los
cristianos en países islámicos». (…) «En nombre de los 26 miembros de mi
familia, me inclino simbólicamente y digo “gracias, Alemania”». ¡Cuánto ayuda
tener unos poderes firmes e implacables defensores de la Constitución y la
legalidad para que esta sea respetada y agradecida en su inmensa superioridad
moral frente a sus enemigos!
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